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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

La parábola del Sembrador

15/07/2017 22:18 Padre Koffi Gilbert
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La parábola del Sembrador La parábola del Sembrador

Esta semana hemos visto en los textos, que Jesús predicaba, daba la buena noticia, enseñaba y curaba los enfermos. Daba la posibilidad

a muchas personas para que puedan

vivir, encontrar la vida y la salud. Después

les muestra cuál es su programa, su misión

de proclamar el reino de Dios y sanar, y luego elige a sus discípulos, sus apóstoles, y esos apóstoles tienen una misión, no sólo decir que son apóstoles, sino que deben andar;

deben ir a poner en práctica lo que han aprendido, por eso Jesús ha elegido a esas personas.

Y hemos visto que deben ir sin preocuparse

de lo que es material, hay que ir en misión.

Y como este domingo tenemos la parábola

del Sembrador, debemos saber lo que es importante, porque tenemos la semilla que es la palabra de Dios, y tenemos que saber qué hacer con esa palabra; cómo ponerla en práctica, y la Parábola del Sembrador puede ayudarnos para ver qué podemos sembrar.

Dios siembra y esa semilla puede caer en diferentes terrenos. Nosotros hemos recibido

la palabra de Dios y tal vez ha caído en terreno

bueno o malo, o podemos decir que ha caído en la calle, donde no hay tierra para

fructificar. Entonces, nosotros, aunque somos terrenos, somos también sembradores,

porque Cristo ha sembrado y ha recibido,

y nosotros somos los que debemos continuar

esa misión. Qué hacer, pues la palabra de Dios que hemos recibido no es para guardar

con nosotros, es para llegar y entrar en ese espíritu de evangelización y misión.

La misión hoy es compartir la palabra de Dios, es enseñar, proclamar el reino de Dios, sanar y acompañar a la persona que lo necesita.

Hoy nuestra misión como Iglesia es sembrar aunque haya problemas y muchas adversidades.

Tampoco hay que pensar que cuando sembremos esa semilla siempre vamos a recibir

frutos. Como dice el Evangelio de San Mateo, puede ser que la semilla caiga en el borde del camino, en un terreno pedregoso, y es el hombre el que escucha la palabra de Dios y acepta con alegría.

Hoy hemos visto que hay personas que reciben esa palabra con alegría, pero no hacen

nada, no la dejan echar raíces, porque es inconstante, y la constancia y la fidelidad son muy importantes. Una planta que no recibe todo lo que necesita para crecer, nunca va a crecer, hay que tomar la realidad concreta, la vida concreta.

Cuántas personas dicen “ay, se me ha secado

la planta”, hay que poner agua, hay que poner todo lo que ella necesita para poder llegar. Y no es únicamente poner agua, sino

todo lo que necesita. Ahora está haciendo

frío, puede ser que vaya a helar, entonces hay que proteger a esa planta, porque son como

nosotros, cuando sobreviene una tribulación

o una persecución a causa de la palabra, inmediatamente sucumbimos. Es lo mismo, hay que proteger la planta, la semilla que ha crecido, sino vamos a sucumbir todos.

Y hay algunos que reciben esa semilla en las espinas, y es el hombre que escucha la palabra,

pero las preocupaciones del mundo y las seducciones de las riquezas la ahogan y no puede dar frutos. Esa es la experiencia que vivimos hoy en todo el mundo. Nos preocupamos

por muchas cosas y vivimos con muchas preocupaciones, personas que no pueden dormir, que no pueden hacer nada, viven con estrés, con todo lo que es preocupación

material.

Ante estas preocupaciones, ¿por qué no confiar a Dios? ¿Por qué no dejar que Dios obre para que podamos crecer? Como la planta que crece de la noche a la mañana sin nuestra presencia,

es lo mismo. En las preocupaciones hay que confiar en la providencia de Dios; hay que confiar en que Dios no puede abandonarnos, que está siempre con nosotros.

Y no sólo hay personas que dicen haber recibido

en tierra firme esa semilla, va a producir,

pero hay que compartir esa producción con los demás. Eso dice Dios, el que recibe la semilla en suelo fértil es el que recibe la palabra

y la comprende, ése produce frutos, ya sea 100, 60 o 30 por uno. Pero no podemos quedarnos

con todo lo que hemos recibido, para decir sólo “Dios me ha dado todo”, “Dios me ha dado muchas cosas”, “yo soy católico”, pero

hay que compartir; esos frutos hay que dar a otras personas, como decía Jesús, hemos recibido

gratuitamente, hay que dar gratuitamente,

eso es lo que falta.

Hemos recibido la semilla, hemos pedido

a Dios que nos dé esa tierra fértil, y debemos

saber qué hacer. Hoy hablamos de que hay ovejas sin pastores, hay ovejas que no saben

qué hacer. Hay una multitud que cuando

Jesús ha mirado les ha tenido compasión.

¿Qué hacemos? ¿Cómo podemos llegar a sembrar y acercarnos a las personas que necesitan? Porque hay tierra fértil y hay tierra

que podemos fertilizarla, que quiere decir

dar la posibilidad para que esa semilla no caiga sin dar frutos, es la misión de la Iglesia, la misión de Cristo.

Vamos a pedir durante esta semana, y sobre

todo este domingo, para que todo lo que hemos recibido de la palabra de Dios, los consejos,

la enseñanza de la Iglesia católica, que no caiga sin dar frutos, frutos buenos, de amor, de caridad, de solidaridad. Porque hoy los hombres, las mujeres, los jóvenes, los niños,

miran nuestras acciones para creer que la palabra que viene de Dios es la palabra que da fruto, como nuestra Madre ha dicho: “Aquí estoy para cumplir la voluntad de Dios”. Y que haga en todo cristiano, en todos los fieles con constancia, que puedan producir buenos frutos,

por el bien de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. Amén.

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