Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 7,1-10.

17/09/2017 22:35 El Evangelio
Escuchar:

Evangelio según San Lucas 7,1-10. Evangelio según San Lucas 7,1-10.

Cuando Jesús terminó

de decir todas estas

cosas al pueblo, entró en

Cafarnaún.

Había allí un centurión

que tenía un sirviente enfermo,

a punto de morir, al

que estimaba mucho.

Como había oído hablar

de Jesús, envió a

unos ancianos judíos para

rogarle que viniera a curar

a su servidor.

Cu a ndo e s t u v i e ron

cerca de Jesús, le suplicaron

con insistencia, diciéndole:

“él merece que

le hagas este favor, porque

ama a nuestra nación

y nos ha construido la sinagoga”.

Jesús fue con ellos,

y cuando ya estaba cerca

de la casa, el centurión

le mandó decir por unos

amigos: “Señor, no te molestes,

porque no soy digno

de que entres en mi casa;

por eso no me consideré

digno de ir a verte

personalmente. Basta que

digas una palabra y mi sirviente

se sanará.

Porque yo -que no soy

más que un oficial subalterno,

pero tengo soldados

a mis órdenes- cuando

digo a uno: ‘Ve’, él va;

y a otro: ‘Ven’, él viene; y

cuando digo a mi sirviente:

‘¡Tienes que hacer esto!’,

él lo hace”.

Al oír estas palabras,

Jesús se admiró de él y,

volviéndose a la multitud

que lo seguía, dijo: “Yo les

aseguro que ni siquiera en

Israel he encontrado tanta

fe”.

Cuando los enviados

regresaron a la casa, encontraron

al sir viente

completamente sano.

Comentario

En la lectura del evangelio

que acabamos de escuchar

vemos cómo Jesús

alaba nuestra fe juntamente

con la humildad.

Cuando ha prometido ir a

curar al criado del centurión,

éste ha contestado:

“Señor, no te molestes; yo

no soy quién para que entres

bajo mi techo; dilo de

palabra y mi criado quedará

sano”. Reconociéndose

indigno, se muestra

no sólo digno de que Cristo

entre en su casa, sino

también en su corazón...

Porque no habría sido

ninguna dicha si el Señor

hubiera entrado en su

casa y no hubiera entrado

también en su corazón.

En efecto, Cristo, Maestro

en humildad por su ejemplo

y sus palabras, se sentó

a la mesa en casa de un

fariseo orgulloso, llamado

Simón (Lc 7,36s). Pero

por mucho que estuviera

en su mesa, no estaba

en su corazón: allí “el Hijo

del Hombre no tuvo donde

reclinar su cabeza” (Lc

9,58). Aquí, ocurre lo contrario:

no entra en la casa

del centurión, pero posee

su corazón...

Es pues la fe unida a

la humildad lo que el Señor

alaba en el centurión.

Cuando éste dice: “Señor,

no te molestes; yo no soy

quién para que entres bajo

mi techo”, el Señor responde:

“Os digo que ni

en Israel he encontrado

tanta fe”... El Señor vino

primero, según la carne,

al pueblo de Israel para

buscar primero en ese

pueblo su oveja perdida

cf Lc 15,4)... Los demás,

en tanto que hombres,

no podemos conocer

la medida de la fe de

los hombres. Sólo él que

ve el fondo del corazón, él

a quien nadie engaña, que

ha conocido lo que era el

corazón de ese hombre al

escuchar su palabra llena

de humildad, y, a cambio,

le dio una palabra que

cura.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy