Evangelio según San Lucas 9,7-9. Evangelio según San Lucas 9,7-9.
enteró de todo lo que pasaba,
y estaba muy desconcertado
porque algunos decían:
“Es Juan, que ha resucitado”.
Otros decían: “Es Elías, que
se ha aparecido”, y otros: “Es
uno de los antiguos profetas
que ha resucitado”. Pero Herodes
decía: “A Juan lo hice
decapitar. Entonces, ¿quién
es éste del que oigo decir semejantes
cosas?”. Y trataba
de verlo.
Comentario
El Señor no es visto en
este mundo más que cuando
él quiere. ¿Qué tiene ello
de sorprendente? En la resurrección
misma no se concedió
ver a Dios más que a
aquellos que tenían puro el
corazón. Cuántos bienaventurados
había ya enumerado
y, sin embargo no les había
prometido esta posibilidad
de ver a Dios. Si los que
tienen limpio el corazón verán
a Dios, indudablemente
que los demás no lo verán; el
que no ha querido ver a Dios,
no lo verá.
Porque no es en un lugar
determinado donde se ve a
Dios, sino en el corazón limpio.
No son los ojos del cuerpo
los que buscan a Dios; no
se deja él abarcar con la mirada,
ni poderlo coger al tocarlo,
ni oído en la conversación,
ni reconocido en su andar.
Por otra parte, los mismos
apóstoles no todos veían
a Cristo; por eso les dijo:
“Tanto tiempo que estoy con
vosotros ¿y todavía no me
conoces?”. En efecto, cualquiera
que ha conocido: “cual
es lo ancho, lo largo, lo alto y
lo profundo -el amor de Cristo
que sobrepasa a todo conocimiento”
éste ha visto a
Cristo, ha visto al Padre. Porque
los demás no es según la
carne que conocemos a Cristo,
sino según el Espíritu: “El
Espíritu que está frente a nosotros,
es el Ungido del Señor,
el Cristo”. ¡Que en su misericordia
se digne llenarnos
de la plenitud de Dios, para
que podamos verle!