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EL LIBERAL . El Evangelio

Cumplir la voluntad de Dios es nuestra mayor alegría

30/09/2017 21:24 El Evangelio
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Cumplir la voluntad de Dios es nuestra mayor alegría Cumplir la voluntad de Dios es nuestra mayor alegría

Esta parábola comienza

con una pregunta: “¿qué

les parece?”; pregunta dirigida

por Jesús a sus adversarios:

los jefes del pueblo.

El relato de Mateo nos

muestra cómo va creciendo

el rechazo a Jesús de

parte de los jefes del pueblo.

Lo interrogan, pretenden

hacerlo caer en alguna

falta para inculparlo,

cuestionan sus palabras y

sus prácticas. Todo nos hace

suponer un final trágico:

Jesús muere en manos de

los que detentaban el poder

político y religioso en

Israel.

“Un hombre tenía dos

hijos”. Este hombre representa

a Dios, los hijos a las

dos partes que componía

el pueblo de Israel en tiempos

de Jesús: los “pecadores”

o indiferentes, que

no observaban la Ley y las

prescripciones rabínicas y

los “justos” que habían permanecido

fiel a la religión

oficial que en este pasaje se

identifican con los jefes del

pueblo. Ambos grupos integran

el pueblo de Dios y

son llamados a trabajar en

la viña. Dios quiere que todos

entren en su Reino y

trabajen en él. Aún, aquellos

que rechazan a su Hijo

Jesús. El llamado es para

todos.

Todos son invitados a

entrar en el Reino, pero sólo

aquellos que hacen “hoy”

la voluntad de Dios entrarán

en él. Se trata de “hacer”

(trabajar y hacer la voluntad

de Dios), no categoriza

a las personas en buenas

o malas, fieles o infieles,

no se preocupa por lo

que son o dicen, sino por

lo que hacen. Los pecadores

(publicanos y prostitutas)

que antes rechazaban

a Dios, ahora creen en Jesús,

se arrepienten y practican

sus enseñanzas. Por

el contrario, los piadosos

(jefes del pueblo) que tendrían

que aceptar a Jesús,

lo rechazan. Por eso, los

publicanos y las prostitutas

no sólo se “adelantan” a

estos en el Reino, sino que

los sustituyen.

Los jefes del pueblo no

creyeron en Juan Bautista

que había venido por el

camino de la justicia (testimonio

ético de su persona

y ministerio), no lo reconocieron

como el precursor

de Jesús y no se arrepintieron

luego de escuchar

sus exhortaciones. Estaban

seguros en sus propias

convicciones religiosas.

¿Quién podría enseñarles

algo nuevo? Enmarañados

en las prescripciones rabínicas

y en las costumbres

cultuales se creían ya salvados,

no necesitaban del

Bautista ni de Jesús.

Conclusión

También hoy los cristianos

estamos llamados a

adherirnos a Jesús y hacer

su voluntad, poner en práctica

sus enseñanzas. No debemos

conformarnos con

nuestra creencia y práctica

cultural, se trata de estar

abiertos a Dios que nos habla

en el presente de nuestra

historia. ¿Cuál es la voluntad

de Dios hoy? ¿Qué

nos pide Dios para que su

Reino crezca en nuestra

sociedad? ¿A dónde y en

quiénes debo descubrir a

Dios? El Evangelio siempre

es algo nuevo, es una buena

noticia que nos compromete

a servir allí donde la

vida todavía no se ha realizado

en abundancia. La

fe se expresa en obras, sólo

así se hace creíble nuestro

seguimiento de Jesús.

Por eso,

el cumplir

la voluntad

de Dios

es nuestra

mayor alegría.

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