El Reino de Dios ofrecido a los últimos El Reino de Dios ofrecido a los últimos
L a Parábola pone
en evidencia el
creciente conflicto
entre Jesús y los jefes
del pueblo.
En esta historia alegórica,
cada uno de los
elementos (las personas,
cosas y sucesos) tiene un
significado simbólico: el
propietario de la viña es
Dios, la viña es el pueblo
de Israel, los viñadores
son el pueblo de Israel y
sus líderes religiosos, los
siervos son los profetas,
el hijo es Jesús, los otros
viñadores representan a
los que reciben al Hijo,
en especial, los pobres.
En el contexto del
conflicto entre Jesús y
las autoridades del pueblo,
Mateo les dirige a éstos
últimos la parábola:
“Escuchen otra parábola”.
El propietario (Dios)
planta una viña (pueblo
de Israel) y luego de cuidarla
(la cercó, cavó un
lagar, etc.) lo que muestra
su gran amor por ella,
la entrega a los viñadores
que tendrán la responsabilidad
de cultivarla y
de enviarle los frutos recolectados.
Cuando llegó
el tiempo de la vendimia
envió a sus servidores,
los profetas, para recibir
los frutos, pero estos fueron
golpeados y muertos.
Entonces, el propietario,
envió a su Hijo pensando
que lo “respetarían”.
Los viñadores lo reconocen
como “el heredero”
y arrojándolo fuera
de la viña, lo matan. (Jesús
muere fuera de Jerusalén
en manos de los jefes
del pueblo) Entonces,
el propietario confiará
a otros su viña para
que le entreguen los frutos
a su tiempo. Sin lugar
a dudas, estos otros,
son aquellos que reciban
a Jesús, los discípulos, en
especial los pobres, que
formarán el nuevo pueblo
de Dios.
Lejos de poner el
acento sobre los “viñadores
homicidas” que
representan al pueblo
de Israel, especialmente
a sus jefes, lo central
de la parábola es mostrar
como Dios no abandona
a su pueblo a pesar
de su rechazo e infidelidad.
Dios se mantiene
fiel a la alianza y a su
promesa, sigue construyendo
la historia de salvación
otorgándoles a
otros el cuidado de su viña,
a otros a quiénes se
les pide, al igual que los
primeros, que sean responsables
y que produzcan
“frutos”.
El envío del Hijo, coloca
a la humanidad frente
a una instancia decisiva,
de juicio, es necesario
recibirlo y arrepentirse
para entrar en su Reino.
Lo que quiere Dios es
que la humanidad se salve,
que su Reino ya presente
en la historia se
plenifique. Por eso, ofrece
su viña a otros, a los
que aceptan el desafío de
hacerse discípulos de Jesús,
son ellos, los pobres,
los “últimos” los que harán
fructificar la viña.
Conclusión
Hoy, al igual que ayer,
son los pobres, en su inmensa
acercan a Dios, necesitados
de su ternura, de su
infinita misericordia, muchas
veces desilusionados
porque se los excluye
y abandona privándolos
de los bienes de la vida.
Muchos de ellos, enfermos,
sin vivienda, sin pan
en la mesa, pero abiertos
al misterio del amor de
Dios, caminando con sus
llagas al sol, confiando en
la fidelidad de Dios, el Padre
bueno que nunca los
abandona. Ellos son los
herederos de la promesa,
ellos los privilegiados del
amor de Dios y de los discípulos
de Jesús. En ellos
el Padre deposita su bendición
y gracias a ellos se
renueva la fe en el mundo.
¡Bienaventurados los
pobres, porque de ellos es
el Reino de los cielos.