El lugar del combate espiritual El lugar del combate espiritual
Habiendo Jesús expulsado
un demonio, algunos de
entre la muchedumbre decían:
“Este expulsa a los demonios
por el poder de Belzebul,
el Príncipe de los demonios”.
Otros, para ponerlo a
prueba, exigían de él un signo
que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus
pensamientos, les dijo: “Un
reino donde hay luchas internas
va a la ruina y sus casas
caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra
sí mismo, ¿cómo podrá subsistir
su reino? Porque -como
ustedes dicen- yo expulso a
los demonios con el poder de
Belzebul.
Si yo expulso a los demonios
con el poder de Belzebul,
¿con qué poder los expulsan
los discípulos de ustedes?
Por eso, ustedes los tendrán
a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los
demonios con la fuerza del
dedo de Dios, quiere decir
que el Reino de Dios ha llegado
a ustedes.
Cuando un hombre fuerte
y bien armado hace guardia
en su palacio, todas sus posesiones
están seguras, pero
si viene otro más fuerte que
él y lo domina, le quita el arma
en la que confiaba y reparte
sus bienes.
El que no está conmigo,
está contra mí; y el que no recoge
conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu impuro
sale de un hombre, vaga por lugares
desiertos en busca de reposo,
y al no encontrarlo, piensa:
‘Volveré a mi casa, de donde salí’.
Cuando llega, la encuentra barrida
y ordenada. Entonces va a
buscar a otros siete espíritus
peores que él; entran y se instalan
allí. Y al final, ese hombre se
encuentra peor que al principio”.
Comentario
Este es el hecho tantas
veces repetido. Jesús expulsa
los demonios, cura a un
hombre, sana a un mudo que
comienza a hablar.
Qué distintas las reacciones
del corazón humano ante
el milagro. La gente quedó
maravillada. Otros, en cambio,
le tendían trampas, pidiendo
señales del cielo y
afirmaban que Jesús expulsaba
los demonios por el poder
de Belcebú, príncipe de
los demonios. Como no podían
negar la acción, la atribuyen
a Satán.
Se les hacía duro tener
que reconocer el origen y la
misión de Jesús. Precisamente
hoy está Abrahán en el
santoral. Comienza San Mateo
su Evangelio: “Genealogía
de Jesús, el Mesías, Hijo
de David, Hijo de Abrahán”.
Abrahán es el hombre que,
por fe, se pone en camino hacia
lo desconocido; peregrino
en la inseguridad y la incertidumbre;
probado por Dios
hasta en el sacrificio del hijo.
Por eso, es padre de los
creyentes y es modelo de esperanza
en la dificultad. Qué
misterio: unos, ni ante las
pruebas evidentes; otros,
creyentes incluso en la oscuridad
de la fe