Meta de inflación que se cambia, no es meta Meta de inflación que se cambia, no es meta
Desde que el Indec dio
a conocer la inflación de
septiembre, que acumula
un alza del 17,6% en el
año, y sobrepasó la meta
de inflación planteada
por el BCRA, se han escuchado
diversas opiniones
acerca de si el organismo
comandado por Federico
Sturzenegger debería
cambiar o no la meta de
inflación para el próximo
año, dado que se estima
poco probable su cumplimiento.
Sin embargo, durante
esta semana la autoridad
monetaria presentó
su Informe de Política
Monetaria (IPoM), en
el que estima que continuará
el proceso de desinflación
de manera gradual.
Según las últimas
cifras del REM, durante
el último trimestre de este
año se espera una inflación
mensual promedio
del 1,4% (18% anualizado),
con un incremento
interanual del 22% a diciembre
y del 16,9% para
los próximos doce meses.
¿Qué sabemos?
En primer lugar, debemos
destacar que, de
acuerdo a la literatura,
las metas de inflación se
basan en cinco pilares, tal
como plantean Mishkin
y Schmidt-Hebbel (1), y
tienen como objetivo generar
un credibilidad en
el Banco Central.
?Ausencia de otra ancla
nominal
?Compromiso institucional
de estabilidad de
precios
?Ausencia de dominancia
fiscal
?Instrumentos de política
independiente
?Política de transparencia
y rendición de
cuentas
De acuerdo a los resultados
de la implementación
en Argentina, podemos
destacar algunos
puntos que consideramos
importantes al respecto:
Anc la nominal . Al
constituir las metas la
única ancla nominal, el
tipo de cambio flexible
es favorable para la absorción
de shocks externos
y se genera una reducción
del pass-through
de depreciación a precios.
El BCRA mencionó
en su presentación
del IPoM que la correlación
entre el tipo de cambio
nominal y la inflación
núcleo desde el cambio
de régimen fue negativa
(-0,33), mientras que entre
2011 y 2015 el coeficiente
fue positivo (0,43).
Cambio de expectativas.
“Romper” con la discrecionalidad
de la política
monetaria y volver a
un esquema de reglas. Tal
como plantea Taylor (2),
debe tenerse en cuenta el
rezago de la política monetaria
y luego del diseño
de las reglas de política
monetaria debe tenerse
en cuenta el período de
transición hacia el cumplimiento
efectivo de la
nueva regla. Además, tal
como plantean Kydland y
Prescott (3), los cambios
en las políticas monetarias
generan un “costo” a
los agentes, al tener que
reestimar sus expectativas.
En tal sentido, el costo
de la estabilización se
traduce en un incremento
de la inestabilidad.
Independencia del
Banco Central. Según
la Carta Orgánica del
BCRA, el objetivo principal
del ente emisor es
mantener estable el valor
de la moneda. Para
poder llevar a cabo este
objetivo, en numerosas
ocasiones hay que sacrificar
otros objetivos (que
son potestad de otros organismos
del Estado). En
este sentido, la autoridad
monetaria ha podido manejar
libremente las tasas
de interés, aun a costas
del encarecimiento del
crédito, lo cual fue fuertemente
cuestionado.
En el caso de Argentina,
se nota un cumplimiento
casi total de los
pilares, con excepción del
financiamiento al Tesoro
que aun realiza el BCRA
(aunque muy por debajo
de los niveles de la gestión
anterior).
Si bien es muy probable
que no se cumplan
las metas ni este año ni el
próximo, de acuerdo a la
literatura económica, es
un régimen que sirve en
contextos de alta inflación
para construir credibilidad
y dar el tiempo
necesario a la inflación
para la convergencia a las
metas.
Desaceleración
No debemos dejar de
tener en cuenta, que a
pesar que este año no se
cumplan las metas, la
inflación presentó una
fuerte desaceleración,
pasando del 40% interanual
a un estimado del
22% para todo el año.
De esta forma, se estaría
cumpliendo lo que
Mishkin y Schmidt-Hebbel
plantean como “metas
de proyección oficial”
y no “metas duras”, que
se deben implementar
al principio para bajar la
inflación de manera gradual.
Luego de algunos
períodos con el régimen
vigente, podremos hablar
de “metas duras”.
Consecuentemente,
teniendo en cuenta los
fracasos sistemáticos del
en materia de estabilización
inflacionaria pasado
(a excepción de la convertibilidad),
el proceso
de desinflación por medio
de metas está demostrando
ser un mecanismo
acertado en la gestión del
mantenimiento del poder
adquisitivo de la moneda.
En conclusión, si se
logran cumplir las metas
de déficit del Tesoro en
un marco de estabilidad
macroeconómica y del
sector externo a mediano
o largo plazo, las metas
de inflación podrán
operar sin la carga del financiamiento
a Hacienda
y ajustarse a los cinco
pilares fundamentales, lo
que permitirá que los niveles
de inflación se ubiquen
dentro de la proyección
objetivo.