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EL LIBERAL . El Evangelio

Solo el amor nos libera de todas las ataduras - Mateo 22,34-40

28/10/2017 22:11 El Evangelio
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Solo el amor nos libera de todas las ataduras - Mateo 22,34-40 Solo el amor nos libera de todas las ataduras - Mateo 22,34-40

La pregunta de los Fariseos

acerca de cuál es el

mandamiento más importante,

pone al descubierto

la teología judía

de la Ley en tiempos de

Jesús. ésta, es estrictamente

casuística, se ata

a la minuciosidad de la

Ley escrita en la Sagrada

Escritura y a los preceptos

recogidos en la Misna

con una marcada tendencia

al mínimo (cumplir

preceptos menores tales

como pagar el diezmo

pero no lo más importante

para Dios que es la

misericordia con el hermano).

Se esgrime como

una moral de código (que

privilegia el cumplimiento

de la letra de la Ley, no

su espíritu), que estimula

el premio y el castigo, haciendo

del “cumplidor”

un orgulloso fundamentalista

que se cree superior

a los demás.

Jesús cuestiona el endiosamiento

de la Ley

que pretende reemplazar

a Dios, y a los que

promueven este sistema,

como herramienta

de dominación religiosa

que violenta la libertad

de conciencia esclavizando

a los hombres y

produciendo una discriminación

profunda entre

los que “cumplen la Ley”

(fariseos, escribas) y los

que no (el resto del pueblo

pobre que no conocía

el aparato legal y por lo

tanto no podía cumplir).

Para manifestar su desacuerdo

con el sistema

legal vigente, Jesús quebrantó

frecuentemente la

Ley (Ej. curó en sábado),

más aún dispuso de ella

con autoridad (a ustedes

se les dijo…. pero yo les

digo….), fue libre frente

a la Ley y liberó al pueblo

de su yugo

El mandamiento del

amor a Dios y al prójimo

no fue una propuesta

nueva de Jesús, ya

eran conocidos en el AT

y en el judaísmo, lo original

está en el modo como

Jesús relaciona a ambos

mandamientos y en

la forma como radicaliza

la Ley, excluyendo toda

obediencia legal que

no sea una sumisión total

a Dios y al servicio del

prójimo. El amor sustituye

al legalismo casuístico

y es la fuente desde dónde

se nutre la acción ética

del discípulo.

El amor a Dios es respuesta

a su amor que se

expresa en el don del Reino

instaurado por Jesús

y el amor al prójimo es

la consecuencia de haber

experimentado previamente

en nosotros el

amor del Padre Dios que

ama a todos sin discriminación

y perdona a todos

gratuitamente. Ambos

mandamientos reemplazan

las múltiples prescripciones

legales y ayudan

a profundizar la Ley

como manifestación del

amor de Dios.

Conclusión

Las religiones en su

totalidad, muchas veces

han pretendido reemplazar

a Dios por sus aparatos

legales y rituales; esto

ha sido siempre dañino,

porque han desdibujado

su rostro misericordioso

y lo han presentado como

un Dios severo, castigador,

lejano a la vida de

las personas y sus necesidades

más profundas.

Juan nos dice que Dios es

amor, y que los que aman

han nacido de Dios. Sólo

el amor nos libera de todas

las esclavitudes, nos

transforma, haciéndonos

seres de luz, serviciales y

generosos, misericordiosos

con los que sufren y

son olvidados. El auténtico

discípulo de Jesús ama

al Padre con todo el corazón

y al hermano, dando

su vida por él. Todo lo

demás, en las religiones,

son meras prerrogativas

humanas, que esconden

actitudes evasivas y

descomprometidas

con la realidad.

Solo el amor

puede salvarnos.

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