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EL LIBERAL . Santiago

La escuelita más deseada que nació por una nota de EL LIBERAL

01/11/2017 21:34 Santiago
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La escuelita más deseada que nació por una nota de EL LIBERAL La escuelita más deseada que nació por una nota de EL LIBERAL

La mirada de Teresa Banegas casi dibuja en el aire su pensamiento: en el cuadro está la foto de su padre, Miguel, quien con su sombrero alado y en primerísimo plano, invita “a pasar y mirar” la amarillenta página de EL LIBERAL que hoy se ha transformado en un valioso mapa, como el de un tesoro que traza la hoja de ruta por el tiempo para redescubrir una historia fascinante.

Teresita sostiene entre sus manos el cuadro que lleva dos décadas enmarcado en madera bien lustrada y esperando por la pared que será su destino final. Pasado tanto tiempo y a juzgar por el excelente estado de conservación de la pieza es evidente que ha sido muy bien cuidada. Podría decirse que se trata de un bien familiar preciado, casi como unpequeño tesoro. Y en efecto lo es.

El momento es perceptible: la melancolía que brota de los ojos de Teresa materializa una “vibra” especial de la escena. El cuadro, devenido ahora en portal, abre el recuerdo hacia un capítulo imborrable de la época cuando la lentitud de las comunicaciones ensanchaban más de lo que es esta provincia y el grito de don Miguel, su hija Teresa y toda la familia se ahogaba entre los quebrachos que rodean al paraje San Miguel, un remoto lugar del sur del departamento Choya, al borde de las Salinas de Ambargasta, una zona de difícil acceso, a la que por muchos años la educación se demoraba en llegar.

Así fue hasta que un equipo del diario EL LIBERAL, realizó una travesía para poder llegar hasta San Miguel y desplegar allí todo un operativo para conocer a esta comunidad que clamaba por un sueño: tener una escuela para sus niños que no sabían leer ni escribir; a excepción de unos cuantos, quienes atravesaban, como podían, caminos realmente intransitables para llegar hasta las escuelas más “cercanas”, ubicadas a 5, 10 y 15 kilómetros de distanciade sus hogares.

Hasta el día de hoy es una auténtica proeza entrar o salir de estos parajes.

Una hectárea para los niños

Tantas eran las ganas de aprender, que nadie se quejaba en lo absoluto por el frío, el calor, el viento, la tierra o el sol, que pueden ser impiadosos en medio del monte santiagueño cuando se lo proponen.

Por eso don Miguel había decidido donarle a la provincia una hectárea de su terreno para que los chicos no tuviesen que alejarse tanto de sus casas para aprender a leer, escribir, sumar y restar.

La gestión se hizo mediante una nota que llevaba el sello de la comisión vecinal de Cerro Rico (un paraje vecino de la misma zona), que fue entregada en manos por Teresa Banegas en una visita que el gobernador de la provincia de aquel entonces, Dr. Carlos Juárez, realizara a Frías para la inauguración de un barrio, pero sólo quedó plasmada en un número de expediente que cada vez se hundía más entre otros números de infinitos trámites que se gestaban en esa época en el Consejo.

Sin embargo y lejos de conocer el anclaje del trámite en los sinuosos caminos de la burocracia, en el pueblito de casas dispersas la ilusión crecía sin frenos y se materializaba en la emocionada ilusión del “ya llega”.

Fue por esta razón que, para amenizar la espera, don Miguel, su familia y los vecinos decidieron ir “adelantando la obra” y construyeron -en el espacio de tierra donado- un ranchito de solo tres paredes y un techo de ladrillo de adobe, y de jarilla y pretenciosas aspiraciones,al que llamaron justamente “La Escuelita”.

Y no solo eso, además enseñaban, adhonórem, las primeras letras y algunos conocimientos, amigos de la familia que eran de Frías, pero no eran docentes.

La cuestión era aportar cada uno un poquito para que los chicos supieran algo para cuando realmente se organizara la escuelita. Nada más y nada menos. La ilusión estaba, las ganas también, pero ante la falta de noticias, todos sabían que esto no era suficiente y por eso comenzaron a gestionar la ida del diario a su pueblo, en Cerro Rico, teniendo a Teresa, que vivía en Frías, como estandarte de la gestión.

Así fue como EL LIBERAL llegó a la vida de los Banegas y de todos sus vecinos. De aquella incursión en esta zona alejada de los centros urbanos pero más santiagueña que cualquiera (es impresionantee inspiradora la santiagueñidad que se respira en estas tierras, reclamadas por Catamarca como propias), surgió el Reporte Especial que luego don Miguel Banegas enmarcara en noble madera y un cristal, como celosos guardianes de lo que ya es sin dudas una muy querida reliquia familiar. 

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