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EL LIBERAL . Santiago

La noticia que a don Sixto le permitió conocer a otro enamorado del quichua

01/11/2017 21:49 Santiago
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La noticia que a don Sixto le permitió conocer a otro enamorado del quichua La noticia que a don Sixto le permitió conocer a otro enamorado del quichua

Con el quichua casi negado, cargándolo sobre sus espaldas junto a su “violincito sachero”, don Sixto Palavecino había llegado en la década del 60 desde Salavina a la capital santiagueña en procura de poder cumplir su sueño: defender el quichua santiagueño. Desde una amplia mirada cultural, con la fuerza de su corazón y con plena convicción, fue como lo hizo trascender.

Sin duda que fueron años de muchos sinsabores, de idas y vueltas, y de luchas para proteger y divulgar hacia otras latitudes, el reconocimiento de esta lengua ancestral reducida al ámbito de la familia en el campo santiagueño. Y había que empezar con alcanzar tal objetivo en la capital santiagueña, y las páginas de EL LIBERAL fueron parte fundamental de esta historia que sigue dando que hablar, y que Rubén Palavecino, hijo del “sacherito violinero”, cuenta hoy en esta nota con nostalgia.

“Yo era niño cuando mi papá recibía en la semana el diario EL LIBERAL en Villa Salavina. Así fue como se enteró de las clases de quichua que dictaba don Domingo Bravo en la Biblioteca Sarmiento”, evocó Rubén. Era la década del 50, cuando esas clases fueron tomadas como una gran novedad para la provincia, atento a la prohibición que por muchos años fue condenada esta lengua ancestral

“Ese tiempo, eran pocas las familias que compraban el diario. Y esa noticia le despertó un gran interés a mi padre por todo lo que luchó para que el quichua pudiera imponerse y no dejara de hablarse. Recuerdo que eran épocas en que el diario se recibía con un día de atraso, porque el tren llegaba únicamente los días, lunes, miércoles y viernes hasta Chilca Juliana”, y desde esta localidad, “había un transportista que luego se encargaba de llevar el diario hasta Salavina, siendo que los lunes recibía los ejemplares del sábado y el domingo”, rememoró Rubén del tiempo de su niñez, y esa tradición de leer el diario en familia y anoticiarse de los distintos acontecimientos de interés general.

“Cuando mi papá leyó en el diario las clases de lengua quichua de don Domingo, fue muy importante no sólo para él, sino para toda Salavina, por la revalorización de nuestra lengua y el valor que implicaba que el quichua llegue a enseñarse en la ciudad capital”, expresó, un hecho que abrió varias puertas.

Casi sin esperárselo, a partir de aquella publicación de EL LIBERAL, surgió el primer contacto entre Bravo y Palavecino, acérrimos defensores de la lengua, por todo lo que dieron por la difusión de la cultura quichua, trascendiendo las fronteras del terruño de los quichuahablantes santiagueños.

En reconocimiento a la obra difusora de don Domingo, Sixto compone la chacarera “Penckacus Causaj Carani” (Avergonzado vivía), por su tesón e interés en enseñar la lengua y darle trascendencia desde el lado académico. “Si me decían quichuista/ avergonzado vivía. Si hablaban a la castilla, atracito me quedaba/ Corrido por el desprecio, callado, me retiraba”, reza una estrofa de la chacarera grabada por Palavecino por aquellos años.

Pero también don Sixto reconoce en una de las estrofas de aquella composición dedicada al académico, la noticia difundida en las páginas de EL LIBERAL, que le permitió establecer un vínculo inseparable con el prestigioso investigador, y que con los años se acrecentó hasta consolidarse la trilogía Palavecino-Corpos-Bravo, que dio origen al histórico programa radial: “Alero Quichua Santiagueño”, que en sus inicios se llamó “Audición radial quichua”, por iniciativa del músico sachero nacido en Barrancas, Salavina.

“Don Domingo A. Bravota/ Liberalpi nombrarancu/ Quichuap cursonta nerancu/ pay yachachícoj casckanta/ Escuelata formasckanta/ ñauckeypi conversarancu” (A Don Domingo A. Bravo/ en EL LIBERAL nombraron/ De un curso de quichua hablaron/ adonde él les enseñaba/ Escuela por él formada/ a mi lado conversaron).

Ya hacia la década del 60, don Sixto y su familia, se instalan definitivamente en la capital santiagueña y así “logra conectarse con más frecuencia con Domingo Bravo y otras personalidades interesadas en la difusión y revalorización de la lengua”, resaltó Rubén a EL LIBERAL.

Tras el nacimiento del programa radial, aquel necesario contacto con el profesor Domingo Bravo fue contado por el mismo Sixto: “Recibí una carta de don Domingo pidiéndome que le contestara en quichua, tal como se hablaba en Salavina e invitándome a que lo visitara en la ciudad. Así lo hice. Lo encontré en la biblioteca, rodeado de alumnos”.

Desde aquel memorable mes de octubre de 1969, todo el pueblo quichua de nuestra provincia, al margen del río Dulce y el río Salado, tuvo puesto sus sentidos en esta audición que aún en la actualidad late junto a su alma nativa. “Por fin nuestros paisanos tienen un espacio radial donde se habla en su propia lengua y sobre sus propias cosas. Es verdaderamente emotivo ver a viejos quichuistas con un brillo feliz en la mirada, vivir la fruición de recuerdos retrotraídos a su memoria desde vuestro espacio”, escribía un maestro de Salavina (Vaca Human), en una nota especial que EL LIBERAL le dedicó tras el inicio de la audición.

La historia que vino después, es ya conocida, a través de la música y su respectiva poesía, Sixto trascendió las fronteras de la música folclórica, para convertirse en un auténtico difusor de los valores tradicionales de Santiago del Estero. l


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