Los sonidos del monte

“Uno siente que la familia sigue una línea. Nunca he impuesto nada, todo se dio naturalmente. Y esto se debe a que, primero, mamaron (el arte) en la casa y, segundo, por estar dentro del ambiente. Para uno, como padre, que tus hijos continúen tu obra, es como que te regalan un colchón nuevo cada día”, destacó Elpidio en diálogo con EL LIBERAL.

“Es hermoso compartir con los hijos una misma pasión, porque se siente la continuidad de lo que uno se ha propuesto alguna vez no ha sido en vano. Es fantástico que ellos lo sientan con el mismo amor. Es una satisfacción enorme ver cómo se desenvuelven sin imposiciones sino con amor y dedicación”, resaltó el prestigioso luthier.

“Sin querer nos hemos trazado un camino basándonos en esa pequeña historia que nosotros tenemos de nuestros ancestros para brindarles a todos. Es tan lindo que no se pierda porque es lo único puro que nos está quedando”, reflexionó el artista que llevó su obra por toda la provincia, el país y parte del mundo, Alemania especialmente. En esa conjunción de pasiones, padre e hijo disfrutan hasta de las pequeñas cosas cotidianas como la de tomar un mate hasta la complejidad de elaborar una sachaguitarra, instrumento que dejó de ser de ellos para instalarse en el corazón del mundo.

“él -por Manolo- tiene las ideas más modernas, yo tengo la experiencia y la formación técnica para elaborar los instrumentos. él me trae las inquietudes y las elaboramos en familia. El hecho de que la familia se aferre al tronco es mi orgullo, que los gajos sigan pegados a ese tronco familiar podemos seguir teniendo esperanzas de un enorme futuro”, resaltó Elpidio.

“Nosotros, dentro de las sachaguitarras, de algún modo, sin querer o pretendiendo casi inconscientemente, hemos guardado aquél recuerdo del sonido del mandolín, el violín y la guitarra y difundimos ese sonido del monte que nos ha marcado, los sonidos que emitían cuando se reunía la familia”, indicó. l