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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

El templo

11/11/2017 22:10 Padre Koffi Gilbert
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El templo El templo

La fiesta de la dedicación de

la basílica de San Juan de Letrán

me ha dado la oportunidad de

buscar qué es un templo, aunque

soy sacerdote, aunque seamos

cristianos, podemos volver a leer

qué es un templo. Es un lugar físico

construido para realizar oficios

religiosos, es una edificación.

En el Antiguo Testamento, en un

principio fue un tabernáculo movible,

luego fue el templo fijo y al

principio, Dios habitaba en el tabernáculo,

luego en el templo. Podemos

decir que hay una confusión

cuando hablamos de templo

e iglesia, pero una iglesia es una

comunidad de vida, basada en la

adoración, en ayuda mutua. Jesús

dijo “donde están dos o tres

reunidos en mi nombre, yo estaré

allí, en medio de ellos”.

El templo de Jerusalén evocaba

la presencia de Dios en medio

de su pueblo. La casa de oración

que David quería construir,

era la obra de su hijo Salomón. La

oración del templo se apoya en la

obra de Dios y su alianza. La presencia

activa de su nombre entre

su pueblo y en recuerdo de los

grandes hechos de éxodos, que dice

“el templo de Dios debía ser el

lugar donde aprender a orar, las

peregrinaciones, las fiestas, signos

de la santidad y de la gloria de

Dios”.

En el Antiguo Testamento, el

gran templo de Salomón era el lugar

de encuentro con Dios y con la

oración. En el anterior estaba el

arco de la alianza, signo de la presencia

de Dios en medio del pueblo.

La iglesia es la casa de Dios,

donde podemos encontrar al señor.

La iglesia es el templo en el

que habita el Espíritu Santo que

la guía y la sostiene. Si en el Antiguo

Testamento estaba edificado

el templo por la mano de los hombres,

con la encarnación del hijo

de Dios no somos nosotros quienes

damos una casa a Dios, sino

que es él quien construye su casa

para venir a habitar entre nosotros.

Cristo es el templo viviente del

Padre y edifica su casa espiritual.

La Iglesia, hecha no de piedras

materiales sino de piedras vivientes

que somos nosotros. Nosotros,

las piedras vivas del templo

de Dios unidas profundamente a

Cristo. El templo somos nosotros,

el pueblo de Dios.

Podemos preguntarnos cómo

vivimos nuestro ser iglesia; ¿somos

piedras vivas o somos piedras

cansadas, aburridas e indiferentes?

Por eso hay necesidad de

edificar ese templo, custodiarlo y

purificarlo. Cada uno de nosotros,

contribuye a la construcción con

los dones que Dios no ha dado;

hay que custodiar esa iglesia. El

Espíritu Santo es el que produce

armonía en nosotros y en la iglesia.

Es la armonía de ese edificio.

Hay necesidad de purificar la

comunidad diocesana; crecer y

hacer crecer. No podemos continuar

transformando nuestro templo

en un lugar pagano, de negocio

sin respetarlo. “Yo he elegido y

consagrado esta casa a fin de que

mi nombre preside en ella”, dijo el

Señor.

Antes como hoy, el templo ha

despertado muchas ambiciones;

los profetas habían denunciado

los abusos, esos vendedores en

los patios sagrados que pagaban

tasas a los sacerdotes, y Zacarías

había anunciado esa purificación

que Jesús realiza a su manera, y

Juan dice: “Se acercaba la Pascua

de los judíos y Jesús subió a

Jerusalén y encontró en el templo

a vendedores de bueyes, ovejas y

palomas, y a los cambistas sentados

detrás de sus mesas. Hizo un

látigo con cuerdas y los echó fuera

del templo junto con las ovejas

y bueyes; derribó las mesas de los

cambistas y desparramó el dinero

por el suelo. A los que vendían palomas

les dijo, saquen eso de aquí

y no conviertan la casa de mi padre

en un mercado. Sus discípulos

se acordaron de lo que dicen

las escrituras: me devora el celo

por tu casa; los insultos de los que

te insultan cayeron sobre mí”.

Debemos cambiar. Nuestras

fiestas patronales no son un momento

para vender, no es un momento

para buscar plata, sino para

crecer en la fe. Cuántas veces hemos

visto falta de respeto en nuestros

templos; falta de silencio. Si

nosotros, el clero, quienes celebramos,

no ponemos límites; si hacemos

todo light, si hacemos todo

para joder, no vamos a vivir en la

formalidad. Hay que dejar de usar

los celulares en nuestros templos;

el clero debe poner límites, debemos

hacer respetar nuestros templos.

Si no damos el ejemplo, nadie

va a respetar nuestros lugares

de encuentro con Dios. Vamos a

mostrar una falsa imagen.

También con nuestra forma de

vestirnos, no es cuestión de miseria,

es de buena presencia. Una

persona que va a una fiesta no va

como va a una playa o a la plaza.

Debemos presentar una buena

imagen ante Cristo.

Que el Señor nos dé a todos su

gracia, su fuerza, para que podamos

estar profundamente unidos

a Cristo, que es el pilar de nuestra

vida y la vida de la Iglesia. Oremos

para que seamos siempre piedras

vivas de nuestra Iglesia. Amén.

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