El Reino de Dios en medio de nosotros y dentro de nosotros El Reino de Dios en medio de nosotros y dentro de nosotros
Los fariseos le preguntaron
cuándo llegará el Reino
de Dios. él les respondió:
“El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
y no se podrá
decir: “Está aquí” o “Está allí”.
Porque el Reino de Dios está
entre ustedes”.
Jesús dijo después a sus
discípulos: “Vendrá el tiempo
en que ustedes desearán ver
uno solo de los días del Hijo
del hombre y no lo verán.
Les dirán: “Está aquí” o
“Está allí”, pero no corran a
buscarlo.
Como el relámpago brilla
de un extremo al otro del cielo,
así será el Hijo del hombre
cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir
mucho y será rechazado
por esta generación”.
Comentario
La pregunta sobre el fin
del mundo está presente desde
el principio. Siempre ha
sido un reto saber cómo y
cuándo se acabará el mundo,
tal y como lo conocemos.
Y los fariseos del tiempo de
Jesús, también. Ellos esperaban
un Mesías triunfante, que
restableciera el antiguo esplendor
de Israel.
Jesús desde el comienzo
advierte que su Reino no es
de este mundo. Es algo más
espiritual, invisible, pero presente
desde el momento en
que Jesús se encarnó. “Ya sí,
pero todavía no”.
Podemos contribuir a expandir
este Reino viviendo
como Jesús vivió y nos enseñó.
él siempre nos ayuda
en nuestro camino de fe. Su
Palabra, los Sacramentos,
sobre todo la Eucaristía, la
oración personal... Todo nos
ayuda a llevar el reino a los
demás.
Es que el Reino, si hemos
aceptado la oferta de Jesús,
está dentro de nosotros. Y
por eso no debemos ponernos
nerviosos, pensando en
el futuro. Lo importante es
centrarse en el “aquí” y en el
“ahora”.
Y estar preparados, para
los sufrimientos que conlleva
ser fiel al Evangelio. Es lo que
le esperó a Jesús en Jerusalén,
y lo que, en ocasiones,
nos espera a nosotros.
Tenemos que trabajar,
pensando que todo depende
de nosotros, y a la vez, sabiendo
que Dios va marcando
los ritmos y los tiempos.
No hay que prestar atención
a los que van por ahí propagando
mensajes alarmistas.
Este mundo en el que vivimos
es nuestro mundo, el mundo
que Dios quiere, y nosotros
debemos mejorarlo. Darle
forma cristiana, con valor y
con paciencia.
Intentemos hoy ver signos
de la presencia del Reino
a nuestro alrededor. En la
gente que nos rodea, en los
acontecimientos de nuestra
vida. En los sufrimientos, en
las cruces de nuestra vida.
Necesitamos que el Reino llegue
al corazón de todos.