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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 19,11-28

21/11/2017 22:03 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 19,11-28 Evangelio según San Lucas 19,11-28

Jesús dijo una parábola,

porque estaba cerca

de Jerusalén y la gente

pensaba que el Reino de

Dios iba a aparecer de un

momento a otro.

El les dijo: “Un hombre

de familia noble fue a un

país lejano para recibir la

investidura real y regresar

enseguida.

Llamó a diez de sus

servidores y les entregó

cien monedas de plata

a cada uno, diciéndoles:

‘Háganlas producir hasta

que yo vuelva’.

Pero sus conciudadanos

lo odiaban y enviaron

detrás de él una embajada

encargada de decir: ‘No

queremos que éste sea

nuestro rey’.

Al regresar, investido

de la dignidad real, hizo

llamar a los servidores

a quienes había dado el

dinero, para saber lo que

había ganado cada uno.

El primero se presentó

y le dijo: ‘Señor, tus

cien monedas de plata

han producido diez veces

más’.

‘Está bien, buen servidor,

le respondió, ya que

has sido fiel en tan poca

cosa, recibe el gobierno

de diez ciudades’.

Llegó el segundo y le

dijo: ‘Señor, tus cien monedas

de plata han producido

cinco veces más’.

A él también le dijo: ‘Tú

estarás al frente de cinco

ciudades’.

Llegó el otro y le dijo:

‘Señor, aquí tienes tus

cien monedas de plata,

que guardé envueltas en

un pañuelo.

Porque tuve miedo de

ti, que eres un hombre exigente,

que quieres percibir

lo que no has depositado

y cosechar lo que no

has sembrado’.

él le respondió: ‘Yo te

juzgo por tus propias palabras,

mal servidor. Si

sabías que soy un hombre

exigente, que quiero percibir

lo que no deposité y

cosechar lo que no sembré,

¿por qué no entregaste

mi dinero en préstamo?

A mi regreso yo lo hubiera

recuperado con intereses’.

Y dijo a los que estaban

allí: ‘Quítenle las cien

monedas y dénselas al

que tiene diez veces más’.

‘¡Pero, señor, le respondieron,

ya tiene mil!’.

Les aseguro que al que

tiene, se le dará; pero al

que no tiene, se le quitará

aún lo que tiene.

En cuanto a mis enemigos,

que no me han

querido por rey, tráiganlos

aquí y mátenlos en mi presencia”.

Después de haber dicho

esto, Jesús siguió

adelante, subiendo a Jerusalén.

Comentario

El Verbo del Padre,

el Hijo único de Dios, Sol

de Justicia (Ml 3:20) es el

gran mercader que nos ha

dado el precio de la redención.

Este es un negocio

bastante precioso, que jamás

consideraremos suficiente:

un Rey, el hijo del

Rey supremo, se convirtió

en el cambio, adónde el

oro pagó el plomo, el justo

fue dado por el pecador.

Misericordia verdaderamente

gratuita, amor

perfectamente desinteresado,

bondad sorprendente.

Negocio completamente

desproporcionado

adonde el Hijo de Dios

es librado para el siervo,

el Creador es sacrificado

por aquel que lo creó, el

Señor es condenado por

su esclavo.

Oh Cristo, son esas

tus obras, tú que has bajado

de la claridad del cielo

a nuestras tinieblas infernales

para iluminar

nuestra oscura prisión.

Has bajado de la derecha

de la divina majestad

a nuestra miseria humana,

para redimir el género

humano; has bajado de la

gloria del Padre a la muerte

de la cruz, para triunfar

sobre la muerte y sobre

su autor. Eres el único,

y no hay otro como tú

que haya atraído por su

propia bondad nuestra redención.

Que todos los mercaderes

de Temán (Ba 3:23)

se retiren de este lugar:

no son ellos a quienes has

escogido, pero a Israel tu

amado, tu quien escondes

esos misterios a los

sabios y a los prudentes,

y los revelas a tus pequeños

y humildes servidores

(Lc 10:21).

¡Señor, con mucho

gusto abrazo ese negocio

pues allí está mi negocio!

porque deseas que

me mantenga, recordaré

todo lo que has hecho.

Haré que ese talento que

me has dado fructifique,

e iré con un gran gozo ante

ti. Dios, haz que puede

escuchar entonces estas

dulces palabras: “¡ánimo

siervo bueno! Entra en

el gozo de tu Señor” (Mt

25:21).?

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