Peregrinación Peregrinación
personas que están peregrinando
a Catamarca. ¿Qué
es peregrinar? Para ayudar a la
gente, sobre algo espiritual, hay
que decir que peregrinar es ir
en busca de Dios y lo que quiere
sobre mí; es aumentar la fe,
algo que hoy necesitamos más
que nunca; es unirnos al Dios
de la Trinidad y la Virgen María.
Las peregrinaciones evocan
nuestra caminar por la
tierra hacia el cielo. Tiempos
fuertes de renovación, de la
oración.
Por eso es importante ir
con el corazón abierto, siendo
generosos con Dios, para que
él obre en nosotros.
El peregrinar es de todos
los tiempos, forma parte de
nuestra vida espiritual. Desde
nuestros nacimientos hasta
nuestra muerte estamos en la
búsqueda constante de nuestro
Dios. El hombre suele siempre
buscar a Dios en aquellos
lugares en donde se ha dado a
las personas la posibilidad de
sentir más fácilmente su presencia.
Dios nos ha ayudado
para buscar un lugar para hacer
un encuentro verdadero
con él.
Un peregrino busca lo que
es sobrenatural en un lugar
preciso, diferente al de su vida
cotidiana, ya que deja todo
para ir al encuentro con un
Dios vivo.
Cuando comenzamos a peregrinar,
nos ponemos en camino
para luego detenernos en
el encuentro con Cristo. Como
Dios ve el esfuerzo que hacemos
para ir a su encuentro, en
toda peregrinación se reciben
gracias.
Al peregr inar abramos
nuestras manos y nuestro corazón,
para recibir la gracia
que Jesús quiere darnos, poniendo
nuestra total confianza
en el amor de Dios Padre y
el poder intercesor de la Virgen
María, Nuestra Madre, en
el corazón de su hijo Jesús.
Una peregrinación es tiempo
que debe renovarnos en la
fe y la esperanza, y llevarnos a
actuar y a tomar conciencia de
la presencia de Dios en nuestra
vida. Jesús es el eterno peregrino
que viene al encuentro
del hombre, que también peregrina
hacia Dios. Jesús eucaristía
se quiere arrimar a nosotros,
como hace también el
peregrino, y se pone a caminar
junto a nosotros, alentándonos,
abriéndonos el ejemplo.
Lucas 24.32: “¿No sentimos
arder nuestro corazón
cuando nos hablaba en el camino?”
Lucas 24.31: “Y mientras
estaba en la mesa, tomó el
pan, lo bendijo, lo partió y lo
dio.
En ese momento se abrieron
los ojos y lo reconocieron,
pero él desapareció”.
La Biblia nos habla de la
peregrinación en el Salmo 122:
“Qué alegría cuando me dijeron
‘Vamos a la casa del Señor’”.
El santo Juan Pablo II nos
recuerdo que el cristiano es
ante todo un peregrino, y que
la Iglesia misma es un pueblo
peregrino.
La peregrinación no concluye
al llegar al santuario o al
participar de los actos, al firmar
el libro de peregrinos o
comprar estampitas. Se trata
de recargar energías con un
nuevo vigor, con otras fuerzas
e impulsos para llevar y hacer
presente la gracia de Dios al
volver a casa.
Por eso es muy importante
saber que no vamos a peregrinar
por promesas, sino que
vamos para recibir la fuerza
de Dios para volver y cambiar
la vida, y la de su familia y comunidad.
Se trata de informarnos
y formarnos para extender
el Reino de Dios. Es una misión
y una nueva evangelización.
No debemos olvidar que
la peregrinación nos ofrece
la posibilidad de reencontrarnos
con nuestra propia historia
cristiana, nuestra realidad
transitoria en este mundo.
Nuestro peregrinar hacia
Dios no debe ni puede ser lastimoso
ni triste.
Por eso hoy hago una invitación
a todos los que están
peregrinando a Catamarca, a
que nos sea una cuestión de
cumplir promesas o formalidad,
que lo vivan como una vida.
A la vuelta no deben quedar
en sus casas, hay que peregrinar
para las iglesias de su
parroquia, y encontrarse con
Jesús en la eucaristía, porque
todo lo que dejamos y hacemos
es para hacer este encuentro.
Por eso pido a todos los
que van a ir a la peregrinación,
que sea una vida.
Que Jesús nos ayude a entrar
en ese espíritu de oración
y formación, de entrega total a
Dios.
Que Nuestra Madre, que
también hizo su peregrinación
desde Nazaret hasta Belén, ha
recibió la gracia de Dios y ha
vuelto, y hoy está en peregrinación
con nosotros, nos ayude
a que siempre tengamos el
espíritu de peregrino para recibir
la gracia de Dios y compartir
lo que hemos recibido
gratuitamente, hoy y para
siempre.