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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 1,39-45.

20/12/2017 21:50 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 1,39-45. Evangelio según San Lucas 1,39-45.

María partió y fue sin demora

a un pueblo de la montaña

de Judá. Entró en la casa

de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas esta oyó el saludo

de María, el niño saltó de alegría

en su seno, e Isabel, llena

del Espíritu Santo, exclamó:

“¡Tú eres bendita entre

todas las mujeres y bendito es

el fruto de tu vientre! ¿Quién

soy yo, para que la madre de

mi Señor venga a visitarme?

Apenas oí tu saludo, el niño

saltó de alegría en mi seno.

Feliz de ti por haber creído

que se cumplirá lo que te fue

anunciado de parte del Señor”.

Comentario

Cuando el amor llega a tu

vida, si es amor verdadero,

sientes alegría. Amor de distintas

formas y múltiples expresiones.

Da igual que sea

amor fraterno entre amigos,

filial entre padres e hijos, erótico

de pareja... Si el amor llega,

te ilumina. Y digo amor,

no enamoramiento, pues este

último es una emoción, y

las emociones son pasajeras,

mientras que el primero es un

sentimiento, y estos perduran

y se anclan en el interior

de la persona. Está llegando el

Amor de Dios y la Palabra nos

muestra dos bellos relatos.

En el Cantar de los Cantares,

la amada está como loca

pues viene su amado, y con

este amor hasta la naturaleza

cambia de estación: del

invierno a la primavera. Las

flores del campo, las higueras

que despuntan, las viñas

abultadas, la estación de los

cánticos, el arrullo de la tórtola...,

todo invita a celebrar

el amor y a gozar de él. El oído

despierto percibe la proximidad

del amado, aunque no

sea más que “un rumor... ”.

La amada se imagina cómo se

acerca presuroso su amado,

cómo mira y atisba por la ventana

y por la reja. Oye su voz.

En el evangelio de Lucas,

María no puede soportar más

la alegría que lleva dentro y la

tiene que compartir con alguien,

con su prima Isabel.

Su gozo es expansivo. No se

lo puede guardar. Le resulta

imposible permanecer callada,

quiere alegrar con la alegría

que lleva dentro de tal

modo que hasta el otro niño,

futuro Juan, salta de gozo

en el seno de su madre.

La alegría auténtica y verdadera,

como sentimiento profundo,

no como emoción pasajera,

es contagiosa. Pues

bien, querido hermano/a, este

amor llega. Ya queda menos.

Ojalá lo esperemos

con la misma expectación

con que lo esperó la amada

del Cantar y la Virgen María,

nuestra Madre. Ojalá llegue

a nuestra vida en la forma

en la que el Espíritu considere

más oportuna. De momento

rezamos con la antífona

de hoy que reza: “Oh Sol”

(Oriens) ¡Que esta divina luz

entre hasta el fondo del alma

y nos enriquezca!?

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