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EL LIBERAL . El Evangelio

Jesús, Salvador

04/01/2018 22:41 El Evangelio
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Jesús, Salvador Jesús, Salvador

Jesús resolvió partir hacia

Galilea. Encontró a Felipe

y le dijo: “Sígueme”.

Felipe era de Betsaida,

la ciudad de Andrés y de

Pedro.

Felipe encontró a Natanael

y le dijo: “Hemos hallado

a aquel de quien se habla

en la Ley de Moisés y en los

Profetas. Es Jesús, el hijo

de José de Nazaret”.

Natanael le preguntó:

“¿Acaso puede salir algo

bueno de Nazaret?”. “Ven y

verás”, le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael,

Jesús dijo: “Este es un verdadero

israelita, un hombre

sin doblez”.

“¿De dónde me conoces?”,

le preguntó Natanael.

Jesús le respondió:

“Yo te vi antes que Felipe

te llamara, cuando estabas

debajo de la higuera”.

Natanael le respondió:

“Maestro, tú eres el Hijo de

Dios, tú eres el Rey de Israel”.

Jesús continuó: “Porque

te dije: ‘Te vi debajo de la

higuera’, crees . Verás cosas

más grandes todavía”.

Y agregó: “Les aseguro

que verán el cielo abierto,

y a los ángeles de Dios subir

y bajar sobre el Hijo del

hombre”.

Comentario

Poco a poco, la Comunidad

de los discípulos se

va reuniendo. Tienen un encuentro

personal con Cristo,

y también con los hermanos.

Gente como ellos,

que han sido atraídos por

la figura de Jesús. Se van

pasando el mensaje unos a

otros. ¿Tú le pasas el mensaje

a la gente que vive cerca

de ti? ¿Les hablas de las

Eucaristías a las que vas,

comentas con tus amigos/

vecinos/compañeros lo que

vives en el templo?

Jesús reúne a un grupo

de amigos, para enseñarles

a amarse los unos a

los otros. Lo dice la primera

lectura de hoy.

Desde el punto de vista

humano, parece absurdo.

¿Cómo se puede enseñar

a amar? ¿Cómo podemos

cambiar nuestra relación

con una persona que

nos cae mal, o que nos resulta

del todo indiferente?

¿No sería mejor, con mucha

educación, distanciarse de

esa gente y guardar solo

la debida cortesía? No hagas

de tu problema mi problema

o eso no es cosa mía,

perdona, quizá nos parezca

normal. Repito, desde el

punto de vista humano. Pero

es que somos cristianos,

y eso nos obliga a superar

las normas de la buena educación.

Ojalá que al acabar la

celebración de la Eucaristía

podamos hablar de algo

más que del tiempo o del

fútbol.

Interesarnos por los hijos,

por los padres, por el

trabajo (o la falta de él), son

signos de que andamos en

las cosas de Cristo.

Cristo no enseñó a mirar

a los demás con los ojos de

Dios.

Y si lo intentamos, si miramos

a los demás y nos

ima g i n amo s d e q u é mo -

do los debe mirar el Padre

Bueno, poco a poco algo va

cambiando.

Es que ninguna persona

aparece en nuestro camino

por casualidad. Decía mi

maestro de novicios que las

casualidades son el paso de

Dios por nuestra vida. Todo

está orientado a que hablemos

de Dios con nuestra

vida, con lo que hacemos y

con lo que decimos.

O j a l á p o d a m o s s e r

puentes en el camino de

los demás hacia Dios. Que

nunca seamos muralla que

impida a nues t ros prój i -

mos encontrarse con Cristo.

Soy una falsa moneda:

Había un viejo sufí

que se ganaba la vida vendiendo

toda clase de baratijas.

Parecía como si aquel

hombre no tuviera entendimiento,

porque la gente

la pagaba muchas veces

con monedas falsas que él

aceptaba sin ninguna protesta,

y otras veces afirmaban

haberle pagado, cuando

en realidad no lo habían

hecho, y él aceptaba su palabra.

Cuando le llegó la hora

de morir, alzó sus ojos

al cielo y dijo: “¡Oh, Alá! He

aceptado de la gente muchas

monedas falsas, pero

ni una vez he juzgado a

ninguna de esas personas

en mi corazón, sino que daba

por supuesto que no sabían

lo que hacían. Yo también

soy una falsa moneda.

No me juzgues, por favor”.

Y se oyó una voz que decía:

“¿Cómo es posible juzgar

a alguien que no ha juzgado

a los demás?”

Muchos pueden actuar

amorosamente. Pero es rara

la persona que piensa

amorosamente. (Anthony

de Mello).

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