El Reino de Dios está cerca - Marcos 1, 14-20 El Reino de Dios está cerca - Marcos 1, 14-20
del Bautista, Jesús
viene a Galilea, lugar
de su procedencia. No
se queda en el desierto
como Juan o los esenios.
No busca alejarse
de la vida de los hombres,
de su historia. Y
allí, en medio de los
hombres, de sus angustias
y luchas cotidianas
anuncia la llegada
del Reino.
Su ministerio comienza
en Galilea, lejos
de Jerusalén: del
Templo y su pretensión
hegemónica como
lugar de encuentro con
Dios, lejos de sus ritos
vacíos y justificadores
de una sociedad corrupta
y en crisis. Allí
en Galilea, superando
la prueba del desierto
y actuando con la fuerza
del Espíritu proclama
el Evangelio de
Dios, es decir, la buena
nueva de su amor recreador
hacia los hombres.
Dios no es una
amenaza, no emite un
juicio de castigo y condenación,
sino que es
un Padre de amor que
protege y promueve la
vida. Por eso, la propuesta
de Jesús es una
“buena noticia”, gozosa
y alegre presencia
de Dios entre su pueblo.
La alegría está en
que el Reino se ha hecho
cercanía. Dios lo
ofrece gratuitamente.
El tiempo (kairós) se
ha cumplido. Dios viene
a cambiar la historia.
El pecado, el dolor
y la muerte son vencidas
por la intervención
amorosa y gratuita del
Dios de la vida. A esta
propuesta de amor, los
hombres deben responde
con fe, aceptar
el don de Dios, dejarse
abarcar por su ternura
que sana y da la vida
en abundancia. Por
eso es posible la conversión,
porque Dios
actúa transformando
la vida humana desde
sus raíces más profundas,
una nueva humanidad
está en marcha,
una nueva historia comienza
a gestarse.
Para vivir y expandir
su misión, Jesús ha
querido llamar a unos
hombres para que le
sigan, siendo sus colaboradores.
Jesús llama
a unos pescadores: Simón
y Andrés, Santiago
y Juan. No caben
dudas del simbolismo
del llamado a unos
p e s c a d o r e s . Ah o r a
“pescarán hombres”,
serán parte del trabajo
mesiánico de Jesús, de
la acción escatológica
del Reino.
Este llamado exige
una “ruptura”, es necesario
dejar redes y barcas,
padre y jornaleros
(trabajo, posesiones,
familia) para seguir a
Jesús y ser parte de la
tarea del anuncio del
Reino.
Jesús llama a unos
pescadores, no busca
a profesionales de
la religión, ni letrados
ni hombres de práctica
cultual, simplemente
hombres dispuestos
a dejarlo todo para seguirlo
y acompañarlo
en su tarea de pesca.
Conclusión
En estos días, el Papa
Francisco ha visitado
a los pueblos hermanos
de chile y Perú,
su visita es una luz de
esperanza en un mundo
a veces enceguecido
por el pecado, la mentira
y el odio que quiere
dominarlo todo.
En Chile nos decía:
“Si quieres paz, trabaja
por la paz. Trabaja por
la justicia, aquella que
exige que cada hombre
sea tratado como hombre.
Sembrar la paz a
golpe de proximidad,
a golpe de vecindad, a
golpe de salir de casa
y mirar rostros, de ir
al encuentro de aquel
que lo está pasando
mal (...) Esa es la única
manera que tenemos
de volver a hilar un futuro
de paz (...) Está
bien no hacer el mal,
pero está muy mal no
hacer el bien”.
Como los primeros
discípulos, siguiendo
los pasos del maestro,
Francisco anuncia
el evangelio del Reino,
que sólo se alcanza
desde la práctica de
la justicia, y la cercanía
a los olvidados de
la sociedad.