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EL LIBERAL . Santiago

Manuel Quintana, el elegante

11/02/2018 00:00 Santiago
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Manuel Quintana, el elegante Manuel Quintana, el elegante

Por Eduardo Lazzari - Historiador

A lo largo de nuestra historia como república, resulta que fueron bastantes los porteños que nos gobernaron como presidentes.

Fueron una decena y eso hace a la capital federal de los argentinos la más prolífica entre las jurisdicciones.

La lista la inicia Rivadavia y continua con López y Planes, Mitre, Pellegrini, los dos Sáenz Peña, Yrigoyen, Alvear, Ortíz y el primero que murió siendo presidente, don Manuel Quintana. Llama la atención que desde Ortíz, que renuncia en 1942, ningún porteño gobernó el país. Aclaremos, para evitar discusiones inútiles, que De la Rúa y Macri fueron jefes de gobierno de la ahora ciudad autónoma de Buenos Aires, pero nacieron en Córdoba y Tandil respectivamente. Y también podemos agregar a la lista de los porteños a Guido, que nació en Buenos Aires, pero toda su carrera política la desarrolló en Río Negro.

También es llamativo que la mitad de las provincias argentinas han dado presidentes al país: Buenos Aires (7), Córdoba (4), Entre Ríos, Salta, Tucumán y La Rioja (2 cada una), y Corrientes, Catamarca, San Juan, San Luis y Santa Cruz (1 cada una) más la ciudad de Buenos Aires, que con Guido dio 11, y de estas provincias, sólo Santa Cruz no firmó la Constitución Nacional de 1853.

Recién en 1881 se incorpora como territorio nacional y es provincia en 1957, cuando sanciona su propia Constitución. De las catorce provincias históricas, cuatro no han provisto al país de primeros mandatarios: Santiago del Estero, Jujuy, Mendoza y Santa Fe. Los antiguos territorios nacionales restantes, tampoco: Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego.

FAMILIA E INFANCIA

Manuel Pedro de la Quintana Sáenz nace en Buenos Aires el 19 de octubre de 1835, hijo primogénito de don Eladio de la Quintana y de doña María Manuela Bernardina Sáenz de Gaona álzaga. Será el mayor de ocho hermanos, de los que sólo llegarían a la madurez cuatro.

Fue bautizado en la iglesia de San Miguel Arcángel cinco meses después de nacer y su familia formaba parte del patriciado argentino.

Su tía abuela era la madre de la esposa del Libertador José de San Martín, María de los Remedios de Escalada y Quintana.

El nacimiento se produce en los tiempos en que Juan Manuel de Rosas vuelve a ser gobernador, pero esta vez con las facultades extraordinarias que iría convirtiendo a su gobierno en autoritario.

Los Quintana, que poseían una gran fortuna, sufrieron persecución por no adherir a los postulados federales del Restaurador y se concentraron en sus actividades agropecuarias.

ESTUDIOS, PROFESIóN Y POLíTICA

Manuel estudió jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires y se hará abogado, con sólo 20 años, en el período que va desde la batalla de Caseros y la separación del Estado de Buenos Aires del resto de la Confederación Argentina, hasta la batalla de Cepeda. Inmediatamente se incorpora a la Academia de Práctica Forense. Su pensamiento liberal y su deseo de participar de las actividades políticas lo llevaron a ser un precoz diputado provincial, a los 25 años. Luego del Pacto de San José de Flores, le tocó al gobernador Mitre postular a los candidatos a diputados nacionales que debían viajar a Paraná. Quintana fue uno de ellos y su diploma será rechazado, ya que los porteños usaron la ley electoral provincial para su elección, y eso no fue aceptado en el Congreso Nacional. Será la causa de la batalla de Pavón. Manuel pudo ocuparse de otros asuntos.

El 14 de diciembre de 1861 se casa con la paraguaya, hija de exiliados bonaerenses, Susana María del Carmen Rodríguez Viana, en la vieja iglesia de San Nicolás de Barí, que fuera demolida para trazar la avenida 9 de julio en Buenos Aires, y estaba construida en el lugar donde hoy se halla el obelisco porteño.

El matrimonio tendrá diez hijos, de los que llegarán a la adultez ocho. Ya por entonces se destacaba Quintana por su buen vestir y sus modos. Su porte distinguido, sumada a las telas de buena calidad que elegía para la confección de sus ropas, lo fueron caracterizando como uno de los hombres más elegantes de la Argentina.

LEGISLADOR NACIONAL Y ABOGADO SABIO, PERO PRECIPITADO

Ya concluida la guerra civil, y reunido el Congreso Nacional en Buenos Aires, en la vieja sala de la Legislatura Provincial, en el histórico espacio de la Manzana de las Luces, aún hoy en pie, Manuel Quintana comienza una brillante carrera como legislador y tribuno. Sus discursos se destacan por la solidez intelectual, la delicada oratoria y sobre todo por el tono agradable de su voz. En 1869, con solo 34 años de edad, alcanza la presidencia de la Cámara de Diputados. A lo largo de su vida sería diputado en cuatro ocasiones. En 1870 es elegido senador nacional, y en 1871 el presidente Sarmiento le encomienda un delicado asunto: tiene que viajar a Asunción del Paraguay como negociador argentino para firmar el acuerdo de paz ya terminada la guerra de la Triple Alianza. Es un reconocimiento a sus condiciones de abogado, que lo había llevado a ser uno de los predilectos de las empresas ferroviarias de capital británico en la Argentina. En 1874 es candidato a presidente, y la primera de las tres veces que es derrotado en ese rol.

En su caso, la cuarta postulación será la vencida. Pero en esta década, un escándalo que protagonizó estuvo a punto de acabar con su carrera profesional y su destino político. En medio de una disputa entre el gobierno de la provincia de Santa Fe y la sucursal rosarina del Banco de Londres, el gobernador Servando Bayo decidió la confiscación de los fondos que poseía la institución financiera, a la vez que le prohibió la emisión de moneda, algo que todos los bancos hacían en ese tiempo. No existía entonces una moneda nacional. Quintana era el abogado del banco.

Como el conflicto se convirtió en un escándalo diplomático, que fue encarado por el canciller, Bernardo de Irigoyen.

En una reunión privada de conciliación, y ante la dureza de la posición oficial, Quintana propuso a las autoridades del banco el bombardeo de Rosario por una cañonera británica. Fue expulsado del encuentro y los pormenores sólo se conocieron mucho tiempo después. Se radica un tiempo en Europa y regresa cuando, en 1877 el presidente Avellaneda lo nombra rector de la Universidad de Buenos Aires y ocupa ese cargo hasta 1881. Asume también como diputado nacional, y al estallar la revolución porteña encabezada por el gobernador Tejedor contra el gobierno nacional, es elegido nuevamente como presidente de la cámara, para capear el temporal. Cuando deja el rectorado, vuelve a la actividad privada. Lo nombran representante argentino ante el Congreso Panamericano de 1888, donde asiste junto al presidente Miguel Juárez Celman y como su segundo Roque Sáenz Peña. En estos años es elegido como el primer decano de la facultad de derecho de Buenos Aires.

Ya en 1893, como ministro del Interior del presidente Luis Sáenz Peña, comenzó a demostrar su cualidad de gobernante, ya que debió enfrentar la revolución radical de 1893 y lo que parecía una segura postulación a la presidencia fue destruida por una interpelación parlamentaria a cargo de Bernardo de Irigoyen, que precipitó su renuncia al ministerio y un nuevo retiro a la vida privada. Vuelve a la política siendo electo diputado en 1902, y frente al final de la alianza entre Roca y Pellegrini, el "Zorro" recurre al mecanismo de reunir una convención de notables para elegir a su sucesor.

Quintana, que no era un hombre estimado por Roca, se impuso naturalmente, por prestigio y capacidad, pero sobre todo ayudado por la marginación de Pellegrini.

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