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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 8,14-21.

12/02/2018 21:29 El Evangelio
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Evangelio según San Marcos 8,14-21. Evangelio según San Marcos 8,14-21.

Los di s c ípu los s e

habían olvidado de llevar

pan y no tenían más

que un pan en la barca.

Jesús les hacía esta

recomendación: “Estén

atentos, cuídense de la

levadura de los fariseos

y de la levadura de Herodes”.

Ellos discutían entre

sí, porque no habían

traído pan.

Jesús se dio cuenta

y les dijo: “¿A qué viene

esa discusión porque

no tienen pan? ¿Todavía

no comprenden ni

entienden? Ustedes tienen

la mente enceguecida.

Tienen ojos y no ven,

oídos y no oyen. ¿No recuerdan

cuántas canastas

llenas de sobras

recogieron, cuando repartí

cinco panes entre

cinco mil personas?”.

Ellos le respondieron:

“Doce”.

“ Y c u a n d o rep a r -

t í s i e t e p a n e s e n t r e

cuatro mil personas,

¿cuántas canastas llenas

de trozos recogieron?”.

Ellos le respondieron:

“Siete”.

Entonces Jesús les

dijo: “¿Todavía no comprenden?”.

Comentario

El evangelio de Marcos

está montado sobre

un armazón cuyos apoyos

centrales son dos

curaciones de ciegos:

una en Betsaida, que se

narra a continuación del

ingenuo diálogo que hemos

escuchado, y otra

en Jericó, que viene dos

capítulos después.

Los di s c ípulos de

Jesús quedan en este

evangelio muy malparados,

como torpes para

leer en profundidad las

acciones y las palabras

del Maestro.

En esta composición

pedagógica los únicos

que hasta el presente (y

vamos por la mitad del

evangelio) han reconocido

a Jesús como Mesías

o Hijo de Dios han

sido algunos demonios

o endemoniados; mientras

que los pobres seguidores

ni siquiera han

percibido que Herodes

Antipas se siente incómodo

con Jesús, ni que

algunos fariseos tienen

sus reservas frente a la

osadía de este original

Maestro.

Al parecer, los discípulos

mismos, los íntimos

de Jesús, podrían

sucumbir a tal sensación

de incomodidad y a

tales reservas.

En esa situación, Jesús

les pide que abran

los ojos, que el evangelio

tiene opositores. Pero,

en su cor tedad de

entendederas, piensan

que les habla de otra

cosa (verdad es que el

texto parece de acertijo,

más propio de Jn que

de Mc: “a ver quién sabe

a qué llamo levadura...”).

A ellos por el mome

n t o l o s p re o c u p a

más la comida material

que el pensamiento del

Maestro, esta vez expuesto

con sutileza.

La levadura les recuerda

antes el pan que

un cierto virus espiritual

que pueda ir propagándose

contra ellos.

La respuesta de Jesús

es contundente.

¿Cómo pueden estar

preocupados por el pan

los que han sido testigos

de la capacidad del

Maestro para proporcionarles

cuanto puedan

necesitar?

Jesús les reprocha

su lentitud en el aprendizaje,

y también su falta

de profundidad en la

visión, su superficialidad.

Los invita a no

quedarse en la corteza

de las cosas, sino a mirar

los acontecimientos

en profundidad.

¿Nos guardamos nosotros

de cierta ‘levadura

ambiental’ que pudiera

entrar en colisión

con nuestras convicciones

evangélicas? ¿Tenemos

la necesaria precaución

y sentido crítico

ante lo que hay a

nuestro alrededor, para

saber tomar y dejar?

A veces nos encontramos

con creyentes

que se adaptan a cualquier

cosa, simplemente

con el pretexto de

que “todo el mundo lo

hace”, o, por el contrario,

“eso ya no lo hace

nadie”, como si el argumento

sociológicocuantitativo

definiese la

bondad o maldad de las

cosas.

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