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La grana y el color rojo

18/02/2018 00:00 Interior
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La grana y el color rojo La grana y el color rojo

La grana es un insecto que se reproduce en las hojas de las pencas y en especial en el quimil, se cosecha en los meses febrero, marzo y abril.

Es muy pequeño y juntar una gran cantidad lleva tiempo. Con este insecto se consiguen la gama de los colores rojos.

En el centro de esta región vive doña Amanda Chazarreta, quizá uno de sus actores sociales más importantes de la zona, que dedicó toda su vida a la educación de su comunidad y a la trasmisión de la cultura de su pueblo. La “Señorita Amanda”, como todos la conocen, es nacida y criada en San Gregorio, docente de profesión se jubiló hace ya algunos años como directora de la escuela de su pueblo.

Si se les pregunta a los vecinos del lugar por la Señorita Amanda, ellos señalan el camino para luego indicar “cruce la capilla, y de ahí ya se ve su casita”. Es una rústica vivienda construida por su padre y que ella atesora… y hasta puede contar una anécdota por cada palo que la sostiene. En ese lugar Amanda diseña figuras que luego se estamparán en las famosas telas loretanas. Como una experta alquimista, mezcla tinturas naturales para obtener nuevos colores. Usa jugo de cebolla, raíces y cáscaras de árboles y arbustos. Utiliza el matecocido, el hollín del techo de la cocina, todo es válido para encontrar un nuevo color.

“El telar de palos es una rudimentaria construcción hecha con maderas que son provistas por el monte, algarrobo, huiñaj y el itín entre otros. Ellos aportan sus ramas para que se entrelacen coloridos hilos. Yo sé manejarlo, pero me gusta más trabajar dando el colorido a los hilos. Me gusta más diseñar las figuras y siempre busco que los trabajos tengan un sentido, incorporando frases o reflexiones”, explica Amanda.

“Esta idea de recuperar nuestra cultura surge en 1995, cuando haciendo un trabajo en la escuela con los chicos y los padres nos damos cuenta que un kilo de lana valía $ 0,50 y para que el criador gane esa plata tenía que trabajar un año. Entonces en la escuela se planteó esta realidad –recuerda Amanda-, se elaboró un proyecto que se llamó, Tejiendo Esperanzas, y que comenzó con la concientización de la comunidad sobre la importancia que tenía el telar y el aprovechamiento de la lana de las ovejas, porque venderla a las barracas por $0,50 no tenía sentido”.

El trabajo de rever las formas y la manera en que se venía realizando esta actividad, comenzó en los niños de la escuela, tarea que definió como fácil, pero que no fue lo mismo con “las personas adultas de la comunidad, que se mostraban reacias, porque tenían ideas y preconceptos, como que era mejor comprar un acolchado de fibras sintéticas que tejer las mantas en el telar con el sistema que nuestros ancestros usaban, lo que implica mucho sacrificio”, recuerda la ex docente.

El proyecto tenía como objetivo recuperar los saberes que dejaron las generaciones pasadas, no sólo relacionado con la forma de tejer sino también con la técnica con la que se obtenían los colores para los hilos. “Cada familia de teleras tenía algún saber para aportar, también participamos de un taller sobre tinturas que se realizó en Loreto, con el grupo Ihacha, pero lo verdaderamente importante de esta movida fue que los chicos descubrieron la importancia de mantener viva esta cultura ancestral”, dijo Amanda. Fue entonces cuando empezaron a experimentar con los vegetales de la zona, mezclando las tintas y obteniendo colores diferentes, de esta manera el grupo comenzó a hacer un nuevo camino.

Sobre la base de esa experimentación se llegó a comprobar que una misma planta puede dar distintos tonos, si preparan los colores utilizando por separado raíces, tallo, hojas, flores y frutos. “También descubrimos que podíamos teñir hasta con vino tinto, y sale un color bordó muy intenso, aprendimos a teñir con el jugo y la cáscara de naranja”, expresa en su apasionado relato.

Con la fruta de la granada se consiguen una amplia gama de tonalidades verdes, utilizando las distintas partes de la fruta y en sus diversas etapas de maduración. Otra línea de verde se obtiene con el matecocido y, estos varían en relación a la calidad de la yerba. El color mostaza se logra utilizando el hollín que se acumula en nuestras cocinas.

Hay muchos factores que inciden en los colores, como por ejemplo la época del año en que se realiza la tinta, el recipiente que se utiliza, si se prepara en un recipiente enlozado sale de un tono, si a la misma preparación se la realiza en un recipiente de aluminio o lata sale con tonos más intensos.

También depende del tipo de lana que se utiliza para realizar los hilos, si es una lana merina o semimerina que es más suave, los colores son más intensos; mientras que la lana de los animales más criollos o la lana en capullo como la llamamos, los colores son más suaves, esto ocurre aun usando la misma tintura en ambas lanas.

Al final del proceso del teñido los hilos son colocados en un líquido que llamamos amortiguador, este puede ser químico como el alumbre, o natural que se consigue preparando agua de cenizas de jume, agua de fruta del cardón, o con la fruta del quimil, y también puede utilizarse la semilla del paraíso. l

 

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