El inicio de las relaciones sexuales El inicio de las relaciones sexuales
cuándo se deben iniciar las relaciones sexuales, más
si éstas incluyen el coito, lo que implica riesgo de embarazo
y mayor peligro de contagio de enfermedades
de transmisión sexual (ETS). Preocupa en especial
el cómo saber el momento adecuado para iniciarse.
Aunque, en realidad, los comienzos son muy paulatinos:
tomarse de la mano, un beso en la cara o en la
boca, caricias...
No obstante, al final la duda se concreta en saber
cuál es la edad buena para empezar las relaciones
sexuales completas. Lo ideal es que se llegue a ese
momento preparado psicológicamente y que tanto el
protagonista como sus progenitores y educadores lo
interpreten como un acto de responsabilidad y libertad.
Por lo tanto, la respuesta a esa duda no se puede
reducir a ofrecer una edad para iniciarse, porque el
criterio cronológico no siempre se corresponde con la
madurez afectiva.
La respuesta supone un análisis de la situación
que comprende diferentes factores.
En primer lugar, el adolescente debe analizarse a
sí mismo y descubrir cuál es su actitud personal ante
el sexo, así como si es responsable para asumir las
consecuencias de mantener relaciones sexuales con
otra persona. Debe ser lo suficientemente maduro o
madura como para adquirir una protección adecuada
para prevenir un embarazo y enfermedades de transmisión
sexual (ETS). Pero también hay que ser maduro
para hacer frente a unas respuestas emocionales
y complejas, muy importantes para definir el futuro
comportamiento. Se inician los desengaños amorosos,
el enamoramiento, la necesidad del otro.
Después llega el análisis del otro, es decir, de la
persona con la que se va a tener relaciones. Hay que
estar seguro de que ofrece confianza y respeto. Debe
ser una persona adecuada con la que compartir la intimidad,
y a la que se llega desde la plena libertad, no
con el propósito de satisfacer los deseos del otro sin
conocer los propios.
Para terminar, merece la pena reflexionar sobre la
familia, el entorno y el grupo. Las relaciones sexuales
pertenecen a la intimidad de las personas, y por ello
no hay obligación de compartir con los demás detalles
sobre ellas; para eso se cuenta con profesionales
y especialistas como los sexólogos, neuropsicólogos
y médicos clínicos; salvo si se quiere hacer alguna
consulta muy propia e íntima o para el adolescente
es necesario y productivo para su seguridad hacerlo;
mucho menos seguir los dictámenes de los otros sobre
el ejercicio de la sexualidad. Los amigos lo son en
la medida en que respetan al prójimo y no le llevan a
hacer cosas que no quiere o no está seguro de querer.
A los padres y madres, por lo general, les costará
entender a sus hijos como seres sexuales. Esto resulta
comprensible pero no debe empujarlos a coartar la
libertad de sus hijos.