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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 6,7-15.

19/02/2018 21:55 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 6,7-15. Evangelio según San Mateo 6,7-15.

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen

mucho, como hacen los paganos:

ellos creen que por

mucho hablar serán escuchados.

No hagan como ellos,

porque el Padre que está en

el cielo sabe bien qué es lo

que les hace falta, antes de

que se lo pidan.

Ustedes oren de esta

manera: Padre nuestro, que

estás en el cielo, santificado

sea tu Nombre, que venga

tu Reino, que se haga tu

voluntad en la tierra como

en el cielo.

Danos hoy nuestro pan

de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como nosotros perdonamos

a los que nos han

ofendido.

No nos dejes caer en la tentación,

sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas

a los demás, el Padre que

está en el cielo también los

perdonará a ustedes.

Pero si no perdonan a los

demás, tampoco el Padre los

perdonará a ustedes.

Comentario

Jesús dijo a sus Apóstoles:

“Ustedes cuando oren

digan: Padre”. Es decir, primero

invoquen al Padre; digan,

pero no solamente con

la voz sino también con el

corazón, no vaya a ser que

se diga de ustedes como

en Isaías: “Este pueblo me

ofrece tan sólo palabras, y

me honra con los labios, pero

su corazón sigue lejos de

mí” (Is. 29:13).

Digan no solamente con

el corazón sino también con

la boca, pues la oración vocal

Dios la recibe como lo

dice el salmo: “Por mi boca

al Señor doy muchas

gracias y alabanzas” (Sal.

108:30).

Y esto, porque ésta sirve

a la vez para despertar la

memoria, estimular al somnoliento,

encender el deseo,

disponer a la obediencia,

expresar la alegría, y

dar el ejemplo.

Invoquemos entonces el

nombre del Padre. En efecto,

él es Padre, por su condición

de naturaleza según

Efesios: “De quien toda paternidad

toma nombre en

el cielo o en la tierra” (Ef.

3:15).

Por eso leemos en Malaquías:

“¿No tenemos todos

único padre?” (Ml.2:10). él

es Padre, también, por el

don de su gracia; en Romanos

‘Ustedes recibieron

el espíritu propio de los hijos,

que nos permite gritar:

¡Abba!, ¡Padre!” (Rm 8:15); y

en Gálatas: “Ustedes ahora

son hijos, y como son hijos,

Dios ha mandado a nuestros

corazones el Espíritu de su

propio Hijo que clama al Padre:

¡Abbá!, ¡Padre!”. También

es Padre por la realización

de la gloria, según Jeremías:

“Me llamarás “Padre

mío” y nunca más te

apartarás de mí”. (Jr. 3:19).

Entonces ya que, dentro

del nombre del Padre, Dios

es comprendido como fundador

de la naturaleza, dador de

gracia y realizador de la gloria,

se nos ha dado comprender

también que solamente a

él debemos pedir.

Mateo y Lucas concuerdan

sobre la invocación

del nombre del Padre,

afín que en ése único

nombre, el hombre sea

estimulado en la reverencia

y en la confianza, dos

alas sin las cuales la oración

no es eficaz.

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