Cristo es mi fortaleza Cristo es mi fortaleza
puede faltarnos
fortaleza para
seguir caminando,
para vivir, para luchar o enfrentar
al mundo con sus realidades.
Entonces necesitamos el
apoyo de alguien, y quizás las
personas que están alrededor, a
mi lado nos lo pueden dar, pero
qué podemos hacer si no hay
apoyo de Dios poderoso que
nos ama y nos quiere. A veces
nos quedamos sin alguien que
nos sostenga y pensamos en solucionar
todo con nuestra fuerza
y a veces no se puede.
Qué sería nuestra vida sin
Dios, cómo podríamos sobrevivir
en esa lucha diaria si no es
porque Dios nos sostiene.
Nuestra fortaleza real no
proviene de ninguna intención
humana, sino de Dios que nos
conoce muy bien y que siempre
está dispuesto a ayudarnos fortaleciéndonos
en medio de las
dificultades, de las situaciones
difíciles de nuestra vida.
¿Qué debemos hacer entonces?
Mirar a él e imitar lo que
él ha hecho para vencer todos
los obstáculos.
Nosotros debemos poner
nuestra confianza en Dios y en
Cristo, hijo de Dios, y no en
nuestras capacidades humanas.
Cuántas veces nos preguntamos
por qué Dios nos ha abandonado,
por qué Dios no ha escucha
mis oraciones. Pero Dios
siempre escucha y está a nuestro
lado.
En el Salmo 59,9 dice: Yo
pongo en ti mi confianza, pues
Tú eres mi fortaleza. Tú, Dios,
eres mi protector.
El Salmo 31,3 dice: Porque
Tú eres mi roca y mi fortaleza
y por amor de tu nombre me
conducirás y me guiarás.
En el canto por los enfermos
dice: “Levanto mis manos, aunque
no tengo fuerzas hay que
seguir adelante”. Aunque tengas
mil problemas hay que seguir.
A veces miramos como si
fuéramos nosotros las únicas
personas que tienen problemas.
“Cuando levanto mis manos,
mis cargas se van, nuevas fuerzas
Tú me das. Todo es posible”.
Todo es posible a nuestro Dios,
porque él siempre está para demostrarnos
cuál es el camino
que debemos tomar.
El Salmo 18,2 dice: “Yo te
amo Señor, mi fuerza. El Señor
es mi roca y mi fortaleza, es mi
libertador y es mi Dios. Es la roca
que me da seguridad, es mi
escudo y me da la victoria. Evoco
al Señor que es digno de alabanzas
y me veo libre de mis
enemigos”.
Tenemos todo para vivir esa
realidad, no debemos pensar
que vamos a solucionar todo sin
él. Siempre necesitamos su gracia
y su fortaleza.
El Salmo 18,7 dice: “En mi
angustia invoqué al Señor, y
clamé a mi Dios; desde su templo
oyó mi voz, y mi clamor delante
de él llegó a sus oídos”.
Dios nunca nos abandona,
por eso debemos, en este tiempo
de Cuaresma, entrar en ese espíritu
de abandono total y entrega
total a él para que podamos tener
la posibilidad de vivir.
El libro de Isaías 41,10 dice:
“No temas, yo estoy contigo.
No mires con desconfianza,
pues yo soy tu Dios, yo te he dado
fuerzas y he sido tu auxilio,
y con mi diestra victoriosa te he
sostenido”.
Hay un montón de versículos
y pasajes que nos ayudan a
entrar en ese espíritu y en la entrega
total, y sobre todo en la
confianza del Señor.
Hoy, estamos viviendo el
tiempo de Cuaresma y es tiempo
de confiar en él, que da todo
para que solucionemos lo que
solos no podemos.
Mis fuerzas están en la mano
de Dios. Entrenemos nuestra
vida, nuestro ser para que
podamos transformar las lágrimas
en alegrías; las tristezas en
felicidades; todo lo que pensamos
que el mundo lo puede solucionar.
Hoy vamos a pedir a Dios
que nos demuestre que todo es
posible con él, que nos sostenga
en todo momento, no solamente
en momentos de dificultades.
Que Nuestra Madre nos ayude
para que podamos vivir con
paciencia para darnos la posibilidad
de dar testimonio.
Cristo es mi fortaleza. Hoy y
para siempre.
Amén.