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EL LIBERAL . El Evangelio

Perdonar al hermano de todo corazón

05/03/2018 22:14 El Evangelio
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Perdonar al hermano de todo corazón Perdonar al hermano de todo corazón

Se adelantó Pedro y le dijo:

“Señor, ¿cuántas veces

tendré que perdonar a mi

hermano las ofensas que me

haga? ¿Hasta siete veces?”.

Jesús le respondió: “No

te digo hasta siete veces, sino

hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los

Cielos se parece a un rey

que quiso arreglar las cuentas

con sus servidores.

Comenzada la tarea, le

presentaron a uno que debía

diez mil talentos.

Como no podía pagar, el

rey mandó que fuera vendido

junto con su mujer, sus hijos

y todo lo que tenía, para saldar

la deuda.

El servidor se arrojó a

sus pies, diciéndole: “Señor,

dame un plazo y te pagaré

todo”. El rey se compadeció,

lo dejó ir y, además, le

perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró

a uno de sus compañeros

que le debía cien denarios

y, tomándolo del cuello

hasta ahogarlo, le dijo:

“Págame lo que me debes”.

El otro se arrojó a sus

pies y le suplicó: “Dame un

plazo y te pagaré la deuda”.

Pero él no quiso, sino

que lo hizo poner en la cárcel

hasta que pagara lo que

debía.

Los demás servidores, al

ver lo que había sucedido, se

apenaron mucho y fueron a

contarlo a su señor.

Este lo mandó llamar y le

dijo: “¡Miserable! Me suplicaste,

y te perdoné la deuda.

¿No debías también tú

tener compasión de tu compañero,

como yo me compadecí

de tí?”.

E indignado, el rey lo entregó

en manos de los verdugos

hasta que pagara todo

lo que debía. Lo mismo hará

también mi Padre celestial

con ustedes, si no perdonan

de corazón a sus hermanos”.

Comentario

La primera palabra que

nuestro Señor pronunció

sobre la cruz fue una oración

por aquellos que le crucificaban;

hizo lo que escribe

San Pablo: “Cristo, en

los días de su vida mortal...,

presentó oraciones y súplicas”

(He 5,7).

Por cierto, que los crucificaban

a nuestro divino Salvador

no lo conocían..., porque

si lo hubieran conocido

no lo habrían crucificado

(1Co 2,8).

Nu e s t ro Se ñ o r p u e s ,

viendo la ignorancia y la debilidad

de los que le atormentaban,

comenzó a excusarles

y a ofrecer por ellos

este sacrificio a su Padre

celeste, porque la oración es

un sacrificio...: “Padre, perdónales

porque no saben lo

que hacen” (Lc 23,34).

Qué grande era la llama

de amor que ardía en el corazón

de nuestro dulce Salvador,

que en el culmen de

sus dolores, al tiempo que la

vehemencia de sus tormentos

parecía quitarle el poder

de rezar por sí mismo, pudo

por la fuerza de su caridad

olvidarse de sí mismo, pero

no de sus criaturas...

Quería así darnos a entender

el amor que nos tenía,

que no podía disminuir

por ningún tipo de sufrimiento,

y enseñarnos a nosotros

cómo debe ser nuestro corazón

con respecto a nuestro

prójimo...

Entonces, este divino Señor

que se ha entregado para

pedir perdón por los hombres,

está seguro de que su

petición le fue concedida,

porque su divino Padre lo

amaba demasiado para negarle

cualquier cosa que le

pidiera.

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