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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 18,9-14.

09/03/2018 23:12 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 18,9-14. Evangelio según San Lucas 18,9-14.

Refiriéndose a algunos

que se tenían por justos y

despreciaban a los demás,

dijo también esta parábola:

Dos hombres subieron

al Templo para orar: uno

era fariseo y el otro, publicano.

El fariseo, de pie, oraba

así: “Dios mío, te doy gracias

porque no soy como

los demás hombres, que

son ladrones, injustos y

adúlteros; ni tampoco como

ese publicano.

Ayuno dos veces por semana

y pago la décima parte

de todas mis entradas”.

En cambio el publicano,

manteniéndose a distancia,

no se animaba siquiera

a levantar los ojos al cielo,

sino que se golpeaba el pecho,

diciendo: “¡Dios mío,

ten piedad de mí, que soy

un pecador!”.

Les aseguro que este

último volvió a su casa

justificado, pero no el primero.

Porque todo el que se ensalza

será humillado y el que

se humilla será ensalzado”.

Comentario

Oh alma que lloras tus

pecados, teme a los juicios

divinos, que son un abismo

profundo.

Te m e , h e d i c h o , t e -

me intensamente, aunque

seas poco penitente, desagradar

más a Dios. Teme

aún más, incluso ahora, de

ofender de nuevo a Dios.

Finalmente, teme sobre

todas las cosas estar

separada de Dios, privada

para siempre de luz, estar

siempre quemada por el

fuego y carcomida por el

gusano que no perece.

Teme todo esto, si una

penitencia verdadera no te

permite morir en la gracia final,

y canta con el profeta:

“Ante ti mi carne tiembla de

miedo, tus juicios me llenan

de temor”. (Sal. 118:120)

Sin embargo, desea los

dones celestiales.

Elévate por la flama del

divino amor hasta estar en

Dios, quien te ha soportado

pacientemente en el pecado,

que te ha esperado

con tanta longanimidad, y

llevado a la penitencia con

tanta misericordia, por el

perdón, la infusión de su

gracia y la promesa de la

corona eterna.

él te pide que le ofrezcas,

o más bien que recibas

de él mismo afín de

ofrecerle “el sacrificio de

un espíritu quebrantado,

de un corazón contrito y

humillado” (Sal.50:19) por

una amarga compunción

sincera, por una justa satisfacción.

Desea con ardor que

Dios te muestre su amor

por una larga comunicación

del Santo Espíritu.

Desea con más ardor

de ser conformado a él por

una fiel imitación de Jesús

crucificado.

P e r o p o r s o b r e t o -

do, desea poseer Dios en

la clara visión del Padre

Eterno afín de que, en toda

verdad, puedas cantar

con el profeta: “Sediento

estoy de Dios fuerte, del

Dios de vida; ¿cuándo iré

a contemplar el rostro del

Señor?”.

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