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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 4,43-54.

11/03/2018 22:14 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 4,43-54. Evangelio según San Juan 4,43-54.

Jesús partió hacia Galilea.

él mismo había declarado

que un profeta no goza de

prestigio en su propio pueblo.

Pero cuando llegó, los galileos

lo recibieron bien, porque

habían visto todo lo que había

hecho en Jerusalén durante

la Pascua; ellos también, en

efecto, habían ido a la fiesta.

Y fue otra vez a Caná de

Galilea, donde había convertido

el agua en vino. Había allí

un funcionario real, que tenía

su hijo enfermo en Cafarnaún.

Cuando supo que Jesús

había llegado de Judea y se

encontraba en Galilea, fue a

verlo y le suplicó que bajara a

curar a su hijo moribundo.

Jesús le dijo: “Si no ven

signos y prodigios, ustedes no

creen”.

El funcionario le respondió:

“Señor, baja antes que mi

hijo se muera”.

“Vuelve a tu casa, tu hijo

vive”, le dijo Jesús.

El hombre creyó en la palabra

que Jesús le había dicho

y se puso en camino.

Mientras descendía, le salieron

al encuentro sus servidores

y le anunciaron que su

hijo vivía.

él les preguntó a qué hora

se había sentido mejor.

“Ayer, a la una de la tarde,

se le fue la fiebre”, le respondieron.

El padre recordó que era

la misma hora en que Jesús

le había dicho: “Tu hijo vive”.

Y entonces creyó él y toda su

familia.

éste fue el segundo signo

que hizo Jesús cuando volvió

de Judea a Galilea.

Comentario

“Viva es la palabra de

Dios” (He 4,12). Toda la grandeza,

la fuerza y la sabiduría

de la palabra de Dios, he aquí

lo que por medio de estas palabras

el apóstol muestra a

aquellos que buscan a Cristo,

palabra, fuerza y sabiduría

de Dios. Esta palabra estaba

en el principio junto al Padre,

eterno con él (Jn 1:1). Fue

revelada en su tiempo a los

apóstoles, anunciada por ellos

y recibida humildemente por

el pueblo de los creyentes...

Vive esta palabra a quien

el Padre le ha dado de vivir en

ella misma, como él la posee

en ella misma (Jn 5:26). No

solamente vive, sino que es

la vida, como está escrito “Yo

soy el camino, la verdad y la

vida” (Jn 14:6). Y puesto que

es la vida, ella vive y es vivificante

porque así “como el

Padre resucita a los muertos

y les da la vida, así también el

Hijo da la vida a los que quiere”

(Jn 5:21). La palabra es vivificante

cuando llama a Lázaro

afuera de la tumba y le

dice: “¡Lázaro, sal afuera!’ (Jn

11:43). Cuando esta palabra

es proclamada, la voz que la

pronuncia resuena al exterior

con una fuerza que, percibida

al interior, hace revivir a los

muertos, despertando la fe,

suscitando verdaderos hijos

a Abraham (Mt 3:9). Si, esta

palabra vive, vive en el corazón

del Padre, en la boca del

que la proclama, en el corazón

del que cree y ama”.

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