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Arturo Umberto Illia, el presidente que fue confundido por muchos

17/03/2018 22:09 País
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Arturo Umberto Illia, el presidente que fue confundido por muchos Arturo Umberto Illia, el presidente que fue confundido por muchos

El título de este artículo tiene el propósito

de utilizar la riqueza de nuestro idioma

para permitir varias interpretaciones.

Por eso vale aclarar desde el principio su

sentido. La figura política e histórica de

Arturo Illia ha sido revalorizada a lo largo

de los años por varias razones, entre

ellas, por la comparación con quienes lo

sucedieron, constitucionalmente o no, en

el ejercicio de la presidencia de la Nación.

Y hay que decir que en su tiempo, muchos

protagonistas de la vida argentina no supieron

interpretar en su justa medida las

acciones y las intenciones de su gobierno.

Es decir que los confundidos fueron quieren

eran los observadores de los años de

Illia presidente.

Este es el sentido de estas

letras escritas.

Pergamino: infancia y estudios

Arturo Umberto Illia nace en las afueras

de la ciudad bonaerense de Pergamino,

en los albores del siglo XX, el 4 de

agosto de 1900. Fue bautizado por sus padres,

don Martín y doña Emma Francesconi,

ambos lombardos, en la parroquia

Nuestra Señora de la Merced, al año y medio

de edad.

Familia numerosa como era

común entre los inmigrantes, Arturo tuvo

trece hermanos, sumados los tres del matrimonio

anterior de su padre. Estudió la

primaria en dos escuelas públicas de Pergamino

y el secundario en el colegio salesiano

Pío IX de Buenos Aires, donde habían

estudiado Carlos Gardel y Ceferino

Namuncurá.

Se recibió de médico en la Universidad

Nacional de Buenos Aires, siendo el único

presidente argentino de esta profesión,

muy habitual en los gobernadores de provincia.

Como conscripto fue granadero, y

en ese carácter, conoció al presidente Hipólito

Yrigoyen, encuentro que marcaría

para siempre la vida política de Illia.

Cruz del Eje: trabajo,

matrimonio y política

En 1929 se muda a Cruz del Eje, y comienza

su larga tarea como médico de los

ferroviarios, tarea que desempeñará hasta

su llegada a la presidencia en 1963. Sólo

interrumpió su trabajo cuando fue vicegobernador

de Córdoba. Su primer cargo

público fue como senador provincial en

1936, votando entonces la ley de reforma

agraria. En 1939 se casó con la cordobesa

Silvia Martorell, con quien tendrá tres hijos:

Emma, Martín y Leandro. Adherente

al radicalismo encabezado por Amadeo

Sabattini, se convierte en el segundo

de Santiago del Castillo, que es elegido

gobernador cordobés en 1940. Fue derrocado

en 1943.

En 1948 fue elegido diputado

nacional por Córdoba. Luego de la

fractura de la UCR en intransigentes y del

pueblo, Illia se mantuvo entre estos últimos.

Y su camino a la presidencia se allanó

en las elecciones de 1963, luego de la

caída de Frondizi y el extraño gobierno de

Guido. Su compañero de fórmula era el

entrerriano Carlos Perette. Ante la proscripción

vigente del peronismo, la UCRP

triunfó con el 25 % de los votos. El voto

en blanco superó el 20%. Esto significó

una debilidad de origen que complicó

mucho al gobierno recién electo. Vale destacar

que sus tempranas canas le valieron

siempre ser mayor a la edad que realmente

tenía.

Buenos Aires: presidencia y ostracismo

Arturo Umberto Illia asumió la presidencia

el 12 de octubre de 1963. El radicalismo

acompañó su gobierno pero Balbín,

presidente del partido, retaceó su apoyo

en algunos momentos críticos. Su obra de

gobierno puede resumirse en la creación

del salario mínimo, vital y móvil, la resolución

65 de las Naciones Unidas que reconoció

la existencia de la disputa territorial

por las islas Malvinas e intimó a Gran

Bretaña a iniciar negociaciones, la ley de

medicamentos redactada por su ministro

de Salud Pública Arturo Oñativia, la mejora

de todas las variables de la economía

nacional y el lanzamiento del plan nacional

de alfabetización.

Fueron muy discutidas algunas de sus

medidas como la anulación de los contratos

petroleros firmados en la presidencia

de Frondizi, el mantenimiento de la prohibición

del regreso al país de Juan Domingo

Perón y sobre todo, las tensiones enormes

producidas por el enfrentamiento entre

sus enemigos implacables: los sindicatos

peronistas y los militares antiperonistas,

que extrañamente coincidían en la crítica

a Illia, al igual que algunos sectores

económicos afectados por las medidas tomadas.

La tarea de alguna prensa en contra

del gobierno ayudó a crear las condiciones

para su derrocamiento.

En esos años, la provincia de Santiago

del Estero fue gobernada por Benjamín

Zavalía, abogado perteneciente al partido

del presidente. Son los años de la inauguración

del dique del Río Hondo, la crea-ción de la obra social de los empleados

públicos y el primer plan de electrificación

rural. En el Senado Argentino se destacó

la figura de José Castiglione.

Finalmente, el 28 de junio de 1966, un

golpe de Estado encabezado por Julio Alsogaray

y Juan Carlos Onganía lo echó

del poder. Uno de los complotados, el coronel

Perlinger, muchos años después, le

pidió perdón a través de una carta pública.

Su hija Emma lo acompañaba, junto

a algunos radicales, en el despacho presidencial.

Quiso manotear la pistola de Alsogaray,

pero no para quitársela, sino para

dispararle al sublevado. Illia fue el único

presidente derrocado que no fue preso

ni exiliado. Salió por sus propios medios

de la Casa Rosada y en un taxi se fue rumbo

al domicilio de su hermano. Nadie se

atrevió a detenerlo. Pero también fueron

demasiado pocos quienes lo defendieron.

A dos meses de su derrocamiento moriría

su esposa, luego de una larga agonía. Vale

recordar que Illia renunció a su pensión

como presidente y presentó un inventario

de sus bienes: casa, consultorio, tres trajes,

dos sacos y diez corbatas. El auto lo

había vendido.

Muerte y homenajes

Retirado de la política, ocasionalmente

“despuntaba el vicio”, dando charlas.

Volvió a su consultorio cordobés. También

atendió una panadería. El 18 de enero

de 1983 murió en Córdoba, y a pesar de

su voluntad de ser sepultado en Cruz del

Eje, sus restos reposan, junto a Alem, Yrigoyen,

Beiró y Elpidio González en el panteón

de los Revolucionarios del 90, en el

cementerio de la Recoleta. Su casa en

Cruz del Eje es un museo en su homenaje,

y muchas calles, avenidas e incluso una

autopista porteña llevan su nombre. Una

ambulancia sobre rieles que usaba Illia en

su trabajo está abandonada esperando su

restauración. La creciente valoración de

su persona y de sus gestiones de gobierno

es un testimonio de justicia histórica. El

“apóstol de los pobres”, como lo llamaban

en su pueblo, es reivindicado por aquellos,

que a más de medio siglo, recuerdan

la abnegación y el esfuerzo por la salud de

don Arturo, entre ellos el gran cantante

Jairo, a quien Illia iba a curar de noche, en

piyama y llevando los medicamentos.

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