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EL LIBERAL . Santiago

El Reino de Dios

25/03/2018 00:00 Santiago
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El Reino de Dios El Reino de Dios

Dios decía: "Mi reino no es de este mundo" (Juan 18-36) "El Reino de Dios está ya en medio de ustedes" (Lucas 17-21) entonces, ¿cómo llegar a entender qué es el Reino de Dios? Pienso que es necesario que el Reino de Dios llegue al corazón de cada ser humano. No se trata de un reino de ejércitos, de emperadores, de palacios, es un reino sobre los corazones. Entonces el reino de Dios se hace presente en la persona misma de Jesús, y ese reino de Dios es un tesoro por descubrir, y no para decir que no sabemos a dónde está. El Reino de Dios es también el cambio del corazón y de la mente, porque a veces podemos pensar que el Reino de Dios está lejos, pero está en nosotros, y vivimos sin las virtudes de ese reino de Dios. No es un reino político como podemos pensar o como el que esperaban los principales jefes de Israel, es un reino que tiene su realización primera en el interior de los seres humanos, de nosotros todos, por eso no se impone por la fuerza, en este reino no hay militares, no hay policías, no hay gendarmes, no hay jueces para obligar a nadie. Es libre, es un reino a donde hay libertad y hay conciencia. No podemos vivir con libertinaje, como muchas veces lo hacen los reinados humanos, porque hoy los reyes que tienen un poder, pueden hacer sentir esa dominación. Si sabemos que está el Reino de Dios, si sabemos que Jesús ha venido a manifestar y mostrar ese Reino de Dios, nosotros, que somos sus seguidores, ¿qué hacemos? Podemos aceptar o rechazar ese reino de Dios, pero no hay sólo que aceptar, hay que entrar, hay que decidir para dar testimonio de que Dios es nuestro rey, como Jesús ha aceptado entrar a Jerusalén y manifestarse como un rey, nuestro rey. Podemos decir que el Reino de Dios tiene su jefe que es Cristo. El Reino de Dios es la salvación del ser humano, de todos nosotros, entramos en ese reino para la salvación, hay que decidirse a entrar. La realización definitiva de ese reino es la vida eterna, es lo más importante. El Reino de Dios es el reino de verdad, cuántas veces, en este reino del mundo, falta la verdad; es para vivir la mentira, la hipocresía o para recibir aplausos, pero la verdad no está, para hacerlos libres. También es un reino de justicia. Cuántas veces buscamos la justicia que no hay. Este reino de libertad, no de libertinaje, no somos esclavos, somos hijos e hijas de Dios, somos libres, por eso hay que construir alrededor un reino de libertad, un reino de amor y de caridad. Cuántas veces hablamos de caridad, hablamos de solidaridad, generosidad y amor, pero a veces sólo lo decimos con palabras. Cuando construyamos un reino de verdad, de justicia, de amor, de caridad, podemos llegar a la felicidad y la verdadera felicidad es entrar en el reino de Dios, por eso necesitamos esa posibilidad de nacer de nuevo, hay que cambiar, hay que renunciar a muchas cosas para saber lo que es bueno para Dios y entrar en su reino. Para pertenecer y poseer ese reino de Dios, "hay que hacerse como un niño en la sencillez y la inocencia" (Marcos 9-23). Entonces hoy, Domingo de Ramos, vamos a recibir con alegría, con palmas a ese rey del Reino de Dios, no únicamente vivamos o recordemos ese acontecimiento a nivel superficial, sino a nivel interior por un cambio. Un cambio que sea una invitación a construir un nuevo mundo, un mundo de paz, de justicia, de amor, para que todas las personas puedan ver que Jesús no ha venido por un grupo, ha venido por todas las personas de buena voluntad, ha venido por los marginados, maltratados y pobres, los despreciados y los débiles, los oprimidos, agobiados y afligidos. Todos somos miembros, somos hijos e hijas de este mundo nuevo. Vamos a pedir a nuestra Madre que nos ayude para que como hombres viejos podamos llegar a hablar, a cambiar para hacer que todos seamos hombres y mujeres de una nueva mentalidad, de una nueva visión para que podamos dar testimonio de que Dios y su reino están adentro de nosotros, en medio de nosotros hoy y para siempre. Amén.

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