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EL LIBERAL . Santiago

ANÉCDOTAS DE TAXI | ¡Feliz otoño, para todos!

26/03/2018 19:17 Santiago
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ANÉCDOTAS DE TAXI | ¡Feliz otoño, para todos! ANÉCDOTAS DE TAXI | ¡Feliz otoño, para todos!

Era el primer día de fresco en mi pago. Fresco que para nosotros es frío. Razón suficiente para que los santiagueÑos nos encerremos, y nuestro contemplar del exterior se limite sólo a chusmear por las ventanas. Por eso nadie me vio para servirme de testigo.

Anocheció, y faltaban unas 15 cuadras para llegar a la casa de éste seÑor, que viajaba junto a sus hijos, regresando de un salón de fiestas infantiles.

él se sentó al lado mío. Los pendejos, una nena y un varón, venían atrás.

No sé exactamente qué hacían, pero el padre a cada rato les decía el tradicional:

-¡DEJEN DE MOLESTAR, QUE EL SEÑOR SE ENOJA! ¡DEJEN DE MOLESTAR, QUE EL SEÑOR ES MALO...!

Mi único contacto con ellos, era la imagen que me devolvía el espejo retrovisor. El primer susto me dio, cuando los perdí de vista.

De repente, la nena comenzó a blanquear un ojo, y con dos dedos se abría la boca para sacar la lengua y hacerme burlas...

El niÑo se transformó completamente, con su rostro arrugado, sin pelos, y una herida sangrante en el párpado izquierdo...

Para cuando decido frenar al lado del policía de la esquina, el papá ya no estaba al lado mío, y la larga lengua de la nena se envolvía en mi cuello.

Unos tibios gusanos invadieron el volante, del cual no pude despegar mi mano, por la sustancia pegajosa que goteaba en el pantalón dónde ya me había orinado en la calle anterior.

El hecho de no poder flexionar mi rodilla, me impedía dejar de acelerar a fondo, y sólo vi que el agente con seÑas me insultaba por haber cruzado en rojo el semáforo...

El Rosario que cuelga en mi espejo comenzó a derretirse, y el olor nauseabundo crecía porque no podía bajar las ventanillas...

El condenado niÑo dio un alarido, con voz de hombre:

-"¡DOOOOBLE A LA DEREEEECHAAA!"

El hombre volvió a aparecer, y el velocímetro descendía de 110 a 80km/h...

Me ofrece plata para que me cobre la tarifa. Yo no quería dinero. ¡SóLO QUE SE BAJEN!

Los chicos descienden primero, se quitan las máscaras de la fiesta de disfraces, y me saludan con una bella e inocente sonrisita...

¿Yo? ¡Yo salí decidido a estrellarme, o agarrarme los huevos con el capó!

¿Papel higiénico por aquí?


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