Las Islas Malvinas: entre el recuerdo y la esperanza (II) Las Islas Malvinas: entre el recuerdo y la esperanza (II)
IMPUESTO A LA PESCA
La pretensión argentina de cobrar impuestos
a la “pesca” de lobos marinos y ballenas
provocó resistencias en los buques balleneros
que merodeaban las islas. Mientras Vernet viaja
a Buenos Aires para presentar el problema y
buscar una solución, se produce el primer incidente
bélico cuando la corbeta estadounidense
“Lexington” destruyó Puerto Soledad y deportó
hacia Montevideo a los pobladores más
representativos. Estalló un conflicto diplomático
mientras el gobierno porteño nombraba
a Juan Esteban Francisco Mestivier como reemplazante
de Vernet. Instalado en las islas,
su esposa dio a luz a su hijo, siendo uno más
de los malvinenses argentinos. Hacia fines de
1832 un motín de los soldados asentados en
Puerto Luis termina con la vida de Mestivier
y deja a la población sumergida en el caos. El
marino argentino José María Pinedo, que ostentaba
el mayor grado en las Malvinas, trató
de recomponer el orden social y el 3 de enero
de 1833, recala en la capital de las islas la fragata
“Clío” perteneciente al imperio británico,
que impone la rendición de la guarnición argentina,
y desaloja a la población que se estaba
desarrollando.
Sigue siendo una polémica de la historia la
presencia de banderas argentinas tomadas por
los británicos. Pinedo sostuvo que no quedaron
en las islas pabellones argentinos, y es la
única declaración oficial al respecto. Luego,
las acciones de Antonio Rivero, a quien se atribuye
realizar los desmanes y saqueos contra
las posesiones inglesas con la bandera celeste
y blanca, son más bien una creación literaria
posterior a los hechos, sin ningún sustento documental.
Vale recordar que el gaucho Rivero
fue encarcelado, enviado a Londres y juzgado,
siendo absuelto porque se consideró que aún
no regía la legalidad del imperio en las Malvinas.
Eso hizo que el gobierno de Londres le
diera jerarquía de gobernación a la guarnición
existente y provocara la fundación de una nueva
capital, a la que se llamó Stanley.
Múltiples fueron los reclamos diplomáticos
argentinos por las islas, y permanentes en el
tiempo. Cuando Domingo Faustino Sarmiento
presentó sus cartas credenciales en Washington,
al presidente de los Estados Unidos,
a su vez reclamó por los daños producidos por
la “Lexington” en la capital argentina de Malvinas.
La creación del Comité de Descolonización
en la Organización de las Naciones Unidas
alentó la posición argentina y logró que en
1965, por el excelente trabajo del canciller del
presidente Arturo Illia, Miguel ángel Zavala
Ortiz, se reconociera la existencia del conflicto
de soberanía, y la existencia de una situación
colonial, instando a las partes a negociar
su solución. La resolución 2065 de la ONU es
un monumento al buen trabajo diplomático
argentino.
La guerra de 1982 merece un tratamiento
aparte. Pero es deber de la memoria y la justicia
histórica recordar a los únicos héroes que la
Argentina tuvo en el siglo XX. Los 649 argentinos
que dieron la vida por la Patria en el conflicto,
y los cerca de 16.000 veteranos que pelearon
en ella merecen el homenaje perpetuo
de la Argentina. Hay que decir que se sabe el
nombre de todos los héroes de Malvinas. Cuando
fueron sepultados en los campos de batalla,
quienes los enterraron, tomaron la chapa con
sus nombres. En 1999, cuando se construyó el
cementerio de Darwin, no fue posible ubicar
cada nombre con cada cuerpo. De allí que hubo
121 placas que decían “Soldado Argentino solo
conocido por Dios”. Es cierto que falta identificar
con sus nombres a cada uno de los 31 cuerpos
que yacen bajo esa lápida de granito negro.
Pero no son NN. Tienen nombre y apellido,
aunque no sepamos qué cuerpo se corresponde
con cada nombre. Queda para más adelante
lograrlo, pero sabemos el nombre de cada uno
de nuestros héroes de Malvinas.