Poetizar un gesto del tiempo Poetizar un gesto del tiempo
Gabriela álvarez busca poesía en todos los sitios. Y desde esos lugares sabe volver a la infancia, a reconstruir los gratos momentos compartidos y aprender a desandar el camino desde la palabra poetizada, como un retorno al lugar de origen.
Afincada hoy en la ciudad bonaerense de La Plata, reconoce que la publicación de su fanzine “Luz Natural”, significó la realización de una importante etapa en su vida literaria, poesías y relatos que se emanciparon de su mundo.
Con mucho entusiasmo comenta que este año habrá nuevos proyectos literarios, por eso, casi como una obsesión, se concentra en poner todo de sí para lanzar un nuevo poemario, que ella define: “Es como un trabajo “más consistente de su unidad, quizás por eso siento que sería como mi primer poemario. `Luz natural' reúne no sólo diferentes series de poemas, sino pequeños relatos”, explica. Algo diferente será io su próximo proyecto que titulará “Migraciones”, el cual “ha sido trabajado con otros tiempos, con más profundidad en la temática que quiero abordar, y tiene un ritmo que hilvana todo el poemario”, señala de lo que pronto saldrá a la luz.
Alrededor de ello, Gabriela contó también acerca del proyecto de “un nuevo material audiovisual, que requerirá días de filmación, edición y de grabación de la voz. Ese juego y combinación de recursos que por ahora me tiene inquieta y expectante. Es un lenguaje nuevo para mí, en el que estoy descubriendo otro modo de poetizar”, resume.
¿Qué cambió en vos a partir de “Luz natural”? ¿Se abrieron nuevas puertas para la difusión?
- “Luz natural” es un fanzine de reciente publicación pero reúne una selección de poemas escritos hace un tiempo. Son esos poemas que una es capaz de comprenderlos dentro de un modo de escribir que quizás luego se transforma, sea por nuevas lecturas, por nuevos temas que nos convocan, o por algo interno que nos modifica.
Entonces por un lado, Luz Natural es el reflejo de todo eso, de marcar la realización de una etapa y darle valor. Pienso que marca ese inicio inocente de reconocer en mí los poemas y la poesía. Y lo que cambió a partir de su publicación tiene que ver también con la valorización del arte, de entender que lo que una hace forma parte de algo más grande y no sólo de una reunión de papeles que acumulamos con nosotras, sino de una voz que se transmite. También me ha llevado a ser consciente de la creatividad que hay en la edición de lo que una misma publica. La libertad a la hora de elegir el papel, el color, las letras, las imágenes, la estética y la textura que enmarcan las palabras que contiene. Hacerlo visual y material reúne ese tiempo comprendido y aprendido para seguir creando. Y el modo de difusión actualmente es muy diverso. En mi caso me cuesta más lo virtual, los blogs, y las redes. Entonces me siento más cómoda intentando hacer estos fanzines. Creo que abre una ventana para que las cosas se disfruten en un tiempo y espacio diferente.
¿Qué lugar ocupa la fotografía en tu vida artística? ¿Se complementa al lenguaje poético?
- Siempre recuerdo que tengo pocas fotos mías de niña o de bebé. Siento un poco esa ausencia del rostro, los gestos, la mirada. Cuando nació mi hermano menor creo que desplacé inconscientemente esa necesidad hacia él y tomaba registro de cada movimiento que veía. Pienso de algún modo que en la fotografía existe esa relación con el tiempo muy intima como en la poesía. Hay un trabajo constante con el pasado y el futuro. El presente se vuelve en esa luz que permite ser testigo de ello. Sólo un puente. Y se complementa con lo poético en que las imágenes que luego observo en las fotografías tienen mucho que ver con un gesto del tiempo. Las imágenes generalmente son fragmentos, quiebres de figuras (sea un árbol, una hoja, unas manos, unos ojos) y eso crea un sentido o una sensación. O al menos eso intento entre poesía y fotografía. Pensar que el objeto o el referente en la fotografía no sólo es lo que vemos sino lo que estamos sintiendo. El puente hacia dónde ello nos lleva. En la poesía lo mismo. Un espacio hacia dónde giramos los ojos y la voz.
En La Plata participo en Otra-óptica, un colectivo de Fotógrafas/os críticos. En ese espacio he aprendido mucho. Me he animado más a acercarme al cuerpo y no sólo a los objetos que tengan que ver con la naturaleza. Quizás como en la poesía pasé de algo muy intimista a generar otro vínculo con las cosas, y con la contemplación.
¿Qué libros te siguen emocionando y qué otros nuevos trabajos han despertado tu interés?
-Mi memoria y mis emociones son dispersas y me cuesta nombrar algo específico de por sí. Los diarios de Alejandra Pizarnik han sido muy importantes para mí en mis inicios con la poesía. Las Cartas de Pizarnik con Ostrov, su poesía; ella y la pasión que encuentro en cada frase me inundó en mis comienzos. En general disfruto mucho del género epistolar. Encuentro en las cartas y en los diarios también la materia más transparente de quien escribe, sea poesía o narrativa. El escritor francés Pascal Quignard es un referente contemporáneo que me motiva mucho también. Me abruma, me inquieta. Y eso, soy alguien que todo el tiempo está disfrutando y extrayendo algo de los libros. No sé en qué momento de la vida comencé a ser más caótica con las lecturas. Pero es infinito y los caminos para recorrer en literatura son muchos. Pero siempre hay una llegada y una partida propia dentro de ese universo. Creo que lo que me emociona es la unión que se genera entre lo que leemos y lo que nos hace sentir. Hay algo ahí con un texto que nos enreda y nos suelta de repente. Nos hace parte de él y nos olvida al mismo tiempo. Eso me emociona.
Se evidencia en tu trabajo ese amor irrenunciable a las cosas simples vividas en la infancia, la familia, Santiago… ¿Cómo describirías cada regreso a Santiago?
- Los regresos a veces son aún sin regresar en el plano material. Creo que a veces hay más de esos regresos, que de los que tenemos la real oportunidad de volver. Pero disfruto de la sensación que ambos me traen. De saber que el regreso existe porque hubo un espacio que nos ha tenido a nosotros como habitantes. Sea la infancia, la familia o el lugar de origen. Para mi Santiago es amistad, es reconocimiento, es silencio, es crudeza a veces, es amor, amor al presente que se construye desde ese acontecimiento. Mi próximo libro se llama Migraciones. Creo que sin quererlo explica algo de esa identidad. De algo que en mí al menos, me sigue a cada paso. Me he mudado muchas veces, de provincias, de ciudades, de casas, de círculos en los que nos detenemos y después reconfiguramos. Y en cada regreso encuentro eso del paso del tiempo que siempre nos está trayendo al fin y al cabo presencias.
Las cosas simples no entienden mucho de fronteras. Se afianzan en otros órdenes para transcurrir.
¿Has tenido interés en conocer nuevas voces poéticas que estén emergiendo en nuestra provincia?
-Sí, claro. Hace poco tuve la oportunidad de conocer hermosos escritores/as con quienes he podido compartir mesas de lecturas en la octava Feria del Libro de la provincia y en otros espacios. Por nombrar algunas de ellas Leticia Auat, Exequiel álvarez, Sebastián Barrionuevo y Claudio Rojo Cesca, con quien he tenido además el gusto de encontrar ese amor especial por la poesía. Admiro mucho sus escrituras y agradezco encontrar esos seres en el camino.
POEMAS DE GABRIELA
TODA ESA LUZ
¿qué más buscas niño
en ese canasto
repleto de amapolas?
veo tus manos rojas
y desteñidas veo
cómo reaparece sobre tu cuerpo
el perfume equivocado
bajo la pérgola el sol forma
un altar para las uvas
nos guía como hambrientos
hacia ellas te arrastras
por miedo de crecer
como un pez hablas
quiero mi vida no la tuya
y con violencia robo tu tiempo
cansado de melancolía
fue toda esa luz como una lava
rompiendo una piedra
contra otra
una sucesión de gotas
perforando el barro
y la hierba
mis ojos se van
alcanzan su figura transformada
se ríe de la mía
¿cómo podrás olvidarte
de las veces que te dejé ir
de la forma que tomó mi imagen
cuando ya nadie
me necesitaba?
quiero que todo nos escuche
y que alguien caiga por nosotros
olvidar lo que digo
que estuve siempre
donde guardas el río
ese bosque bajo el lago
1.
recuerdo el día en que conocí
un bosque bajo el lago
salí a mirar el cielo
pero aún no era de noche
los huequitos en la ropa
me hacían más frágil
y traté de sostenerme sin perder de vista el sol
erguida hacia él
sabía que al caer
tendría en su vacío
las puertas que nos faltaban
es más fácil pecar de ciega
y que los ojos ayuden a lamer
las grietas
tocar el agua
que corre por debajo
quizás alguien tenga su reino
en la humedad de aquello
que hemos descartado
cuando dijimos aquí no se vive
ni crecen los árboles ahogados
2.
nadie sabe las luces
que llevamos esos días
estuve viendo
cómo unir lo diferente
pedí coraje
para desarmar su verdad
quise levantar sobre mis ojos
un espacio de liberación
como una ínfima boca
que fuera capaz
de desandar sus manos
para ver correr el agua
me decías no toques el paisaje
dejalo sobrevivir
tenía vértigo en las manos
y hundía las uñas en la tierra
desarmaba las piedras
y los colores se mezclaban
aparecían restos
de huesos pequeños
quebrados por el tiempo
allí donde había pájaros
quedaban mis marcas
esa tierra revuelta
como señal de vida
3.
a contraluz soy como muecas
que fluyen
en la danza del vacío
vos dirás el húmedo latir
no alcanza
yo tendré las hojas distraídas
junto al fuego viven limpias
las almas
y se aprecia el temor
cuando amanezca
¿podré trepar al sitio verde
que aleja estas horas?
sé que partes al vivir
rama por rama
el agua
(inéditos, Migraciones)