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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 6,16-21.

13/04/2018 21:57 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 6,16-21. Evangelio según San Juan 6,16-21.

Al atardecer, sus discípulos

bajaron a la orilla del mar y

se embarcaron, para dirigirse

a Cafarnaún, que está en la

otra orilla. Ya era de noche y Jesús

aún no se había reunido con

ellos.

El mar estaba agitado, porque

soplaba un fuerte viento.

Cuando habían remado

unos cinco kilómetros, vieron a

Jesús acercarse a la barca caminando

sobre el agua, y tuvieron

miedo.

él les dijo: “Soy yo, no teman”.

Ellos quisieron subirlo a la

barca, pero ésta tocó tierra en

seguida en el lugar adonde iban.

Comentario

La joven comunidad de discípulos

en torno al Resucitado

crece y, en consecuencia, se diversifica,

y con ello, inevitablemente,

surgen los problemas.

El que la comunidad viva unida

(unánime) no significa que no

haya tensiones o diferencias.

Cuando la procedencia de

los discípulos es variada, y variadas

son las mentalidades, las

tradiciones culturales, las necesidades

económicas, etc., la

unidad, además de un don (por

la presencia de Cristo en medio

de la comunidad), se convierte

también en una tarea, que invita

a resolver los conflictos con

espíritu evangélico. Así es en

este caso, una suerte de banco

de pruebas para el crecimiento

de esta comunidad recién

nacida. Los Apóstoles escuchan

la queja, reconocen el

problema, entablan un diálogo

y buscan un discernimiento en

busca de soluciones adecuadas.

Se da, con motivo de este

conflicto, una primera apertura

dentro de la misma comunidad.

Los apóstoles están dispuestos

a distribuir las tareas

(la oración, el ministerio de la

Palabra, la diaconía...), que hablan

ya de un incipiente desarrollo

de la comunidad y de la

diversidad de los carismas. Pero,

además de distribuir, también

se muestran dispuestos a

compartirlas. Se ve en que los

siete elegidos son todos de origen

griego, y no son sólo diáconos

que sirven las mesas, sino

que constituyen una especie

de jerarquía para los creyentes

de procedentes de la diáspora

(que, probablemente, entre

otras diferencias, leían la versión

griega de la Biblia), y ejercen

también el ministerio de la

Palabra, como pronto se va a

ver en el testimonio martirial de

Esteban (Hch 7-8) o en la misión

de Felipe (Hch 8, 4-40). El conflicto

inicial se resuelve, pues,

con espíritu evangélico, que supone

el respeto al diferente, la

capacidad de acoger otras tradiciones,

sin que esto rompa la

unidad y sin someter a todos a

un mismo patrón cultural. Es un

primer ensayo de inculturación

que apunta a lo que será después

el encuentro en campo

abierto con la poderosa cultura

helenista.

La fe verdadera nos guía en

situaciones de incerteza. Así lo

vemos en el Evangelio de hoy.

Los discípulos parecen haber

perdido al Maestro, que se marchó

al monte solo, y parece que

ellos mismos andan perdidos:

de noche, en medio del lago,

con el viento en contra.

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