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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Fraternidad cristiana

21/04/2018 21:34 Padre Koffi Gilbert
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Fraternidad cristiana Fraternidad cristiana

S iempre decimos que somos hermanos

y hermanas, pero la hermandad

es la fraternidad a nivel

de la fe y de nuestra iglesia. Si miramos

el diccionario, dice que la fraternidad

es un afecto y confianza propia de hermanos,

hermanas o personas que se tratan

como tal. Entonces, de esa manera la fraternidad

nos lleva a ser solidarios, respetuosos

y empáticos unos con los otros. La

fraternidad cristiana es una fe que nos une,

es la fe en Cristo la que nos hace hermanos,

sino no habría manera de vivir como

verdaderos hijos de Dios.

Entre los hermanos hay una relación de

igualdad, no hay problemas. Tenemos un solo

padre que es nuestro Jesús. Los hermanos

tienen la capacidad de desearse el bien más

sinceramente, porque ven en el otro el reflejo

de sí mismo. Entonces, hay amor mutuo.

Como dice San Juan en la primera carta:

Si alguno dice “amo a Dios” y aborrece

a su hermano, es un mentiroso, pues quien

no ama a su hermano que ve, no puede

amar a Dios que no ve.

Es una invitación a practicar el amor

fraterno sin hipocresía, sin vivir artificialmente.

Hay que saber vivir y poner en práctica

ese amor mutuo. El centro de esa vida fraterna

es Cristo. Si sacamos a Cristo de esa

vida fraterna, viviremos otra cosa. Es Cristo

el que nos une.

Debemos ver en nuestras comunidades,

en los movimientos, las parroquias,

si vivimos esa fraternidad. Porque a veces

nos falta. Falta la fraternidad que hace que

nuestras relaciones vivan sin confianza,

con miedo de acercarnos a los demás.

Cuando el celebrante dice: “Démonos

fraternalmente la paz”, es porque somos

hermanos. La fraternidad cristiana se hace

evidente cada vez que rezamos el Padrenuestro.

Es una oración en la que le decimos

“nuestro”.

La fraternidad cristiana es más que un

grupo circunstancial de personas que se

reúnen los domingos a cumplir un precepto

que no llegan a comprender. Es más

que un colectivo de personas que sienten

que tienen un hecho que los une y compromete.

Es más que una comunidad que

tienen muchos elementos en común, pero

que aquello no comparten.

La fraternidad es una comunidad de

personas en la que las diferencias se ordenan

como elementos de enriquecimiento

mutuo, que da fortaleza al grupo como espacio

de vida. Vivencia de la fe, compromiso

y afecto mutuo. Por eso, debemos complementarnos,

amarnos y no vivir el individualismo.

El individualismo no da la posibilidad

de acercarnos. A veces nos da a pensar

que vivimos con ángeles en nuestra comunidad.

Pero vivimos con personas, de

carne, de sangre. Podemos vivir decepciones.

Nuestra naturaleza humana se desarrolla

al completo, únicamente si vivimos

en una comunidad de fe. Si vivimos

nuestra fe en espacios cerrados es imposible

conformar el gran impulso que ha

creado Dios. Por eso debemos reflexionar,

pensar qué queremos vivir, cómo queremos

vivir, cuál es el testimonio que podemos

dar, como han hecho las primeras comunidades

después de la resurrección de

Cristo.

Hoy, por ejemplo, decimos que vamos a

orar por las vocaciones.

Si nosotros, cristianos, sacerdotes que

formamos a la Iglesia debemos mostrar

para qué sirve la oración, las vocaciones.

Las vocaciones es estar al servicio de los

demás, manifestando la fraternidad porque

todos somos hijos de Dios.

Por eso hoy, vamos a orar por las vocaciones,

no solo por las religiosas y laicales,

sino por todas, porque todos formamos el

pueblo de Dios.

Para la Iglesia somos la misma alianza,

sangre, y la misma fe.

Debemos abrirnos a los demás, sin hipocresía,

y vivir libremente lo que ha hecho

Jesús.

Por eso en nuestras celebraciones elegimos

en dónde estar para no estar con otras

personas. Sin embargo, en la iglesia somos

todos hermanos.

Que Cristo nos ayude a dar testimonio

de esta fraternidad de vida, y sobre todo a

nuestra Madre, que Cristo le ha confiado a

nosotros.

Que Ella nos ayude a reconocer que tenemos

el mismo Padre, que nos une. Hoy y

para siempre.

Amén.

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