Cuarto domingo de Pascua: 26 de abril de 2015 Cuarto domingo de Pascua: 26 de abril de 2015
La imagen pastoril
en la tradición bíblica
designa primeramente
a Israel como el “rebaño
de Dios” conducido
por el desierto durante
su proceso de liberación
y luego hacia un cumplimiento
único. También
expresa la relación personal
del israelita con su
Dios. A veces, Dios encarga
esta tarea a algunos:
Moisés, los Jueces,
David, etc. Las situaciones
de abuso de poder
de estos “encargados”
suscitan en el pueblo
la esperanza de que
el mismo Dios venga a
hacerse cargo de su rebaño,
así lo señalarán
los profetas jeremías y
Ezequiel.
En tiempos de Jesús,
hay que situar el discurso
del “buen pastor” en
el contexto de su polémica
con las autoridades
religiosas y políticas
del pueblo de Israel que
lejos de “proteger” al rebaño,
abusan de él.
Jesús se presenta como
el buen pastor, dispuesto
a dar la vida por
sus ovejas, contrariamente
al “mercenario”,
de quién no son las ovejas,
que al ver venir al
lobo las abandona y huye.
El buen pastor está
dispuesto a dar su vida
por las ovejas, porque
las conoce, es decir, las
ama, como se conocen
y aman con el Padre. El
amor donativo de Jesús
por sus ovejas, su pueblo,
nace de la experiencia
de comunión con el
Padre, por eso Jesús durante
todo su ministerio
estuvo al servicio de
la vida de su pueblo, sanando,
perdonando, incluyendo
a los últimos,
dignificando.
El buen pastor viene
a reunir a sus ovejas,
pueblo de Israel, junto
a “otras ovejas” que
no son del redil, es decir,
no son judías, en
un solo rebaño. También
estas ovejas escucharán
su voz, después
de dar su vida, para que
haya un solo rebaño bajo
el cayado de un solo
pastor. La misión de Jesús
es universal, no queda
reducida al pueblo
de Israel. él es el Cordero
que está en medio del
trono y apacentará a las
ovejas llevándolas a la
fuente de la vida.
Conclusión
Esta imagen del
buen pastor, es un modelo
para la dirigencia
política y religiosa de todos
los tiempos. La misión
del dirigente es reunir
y apacentar al pueblo,
alimentarlo no solo
con el pan material, sino
también con el pan de la
justicia, de la libertad y
dignidad. Se trata de estar
al servicio de la vida,
preocupándose y ocupándose
por cada persona,
por la realidad en
que vive, sin discriminar
a nadie por su condición
social, política y
religiosa. El dirigente
a imagen del buen pastor,
camina delante de
su pueblo, promoviendo
la vida, ayudando a cada
persona a alcanzar su
máximo potencial, siendo
puente de reconciliación
y fraternidad. Jamás
se aprovecha del
pueblo, nunca vive a
costillas de él, está para
servir y no para ser servido.
En esto consiste su
identidad, solo es dirigente
para servir y usar
su poder para dignificar
a todos.