Cómo se elabora uno de los chorizos más famosos de Santiago Cómo se elabora uno de los chorizos más famosos de Santiago
Vamos a suponer
que, no sé, la promo
86, digamos…
del Colegio Nacional,
organiza
un asado para el fin de semana
y empiezan los preparativos.
“Buenos días, gente. Dónde es
el asado?”. “Dany, lee lo que escribimos,
en la casa de la Lucy
dijimos”. “Tengo 300 mensajes,
Susy. Ni loco leo todo eso.
Qué hay que llevar?”. “La Olga
lleva el escabeche; Rody trae
la música; Víctor, el carbón; el
Turco el helado; la Mabel lleva
la bebida; Marito, las empanadas;
Hugo trae a la Nancy,
la Mary, la Berta, la Silvia…;
Zampi, pone el hielo y la Ceci
las ensaladas… creo que está
todo”. “Noo, y la carne, los
chorizos???”. “El Bocha, como
siempre, de la Colonia Jaime”.
Quién no vivió una situación
similar alguna vez en su
vida.
Ahora, ¿nunca se preguntaron
qué le ponen a esos chorizos
que son de los mejores
y que no te caen pesado ni lo
andas repitiendo toda la hora?
Entonces es cuando te das
cuenta que el periodista sos vos
y que averiguar y publicar es tu
trabajo. Y allá vas.
Primero, nos pasamos de
largo. Vaya a saber en qué estaba
pensando el chofer, pero
ahí nomás pegamos la vuelta.
Segundo, no es fácil sacar fotos
contra el sol. A las 8 y pico
de la mañana el sol te da en la
cara cuando apuntas al arco de
entrada de la Colonia Jaime,
sobre la ruta 34 a 15 kilómetros
al sur de la ciudad de La
Banda (km 711 de esta ruta nacional).
Y esa ya es la primera
sensación linda de llegar aquí.
El aire está fresco, con una leve
brisa que además viene embebida
de trinos y aromas vegetales
que te invitan a pasar.
Y entras.
Maxi tiene todo listo en la
sala de chacinados. Tenía que
trabajar en otra cosa, pero
cuando les preguntamos si nos
podían mostrar cómo se hace
esta delicia cambiaron el cronograma
y se dedicaron a eso,
con una amabilidad difícil de
encontrar hoy en día. Lo que no
es poca cosa, ya que mantener
una comunidad de 87 personas
requiere de una actividad muy
bien organizada entre las muchas
tareas que deben cumplir
cada día para que no falte nada.
Aún así nos esperaron con todo
preparado.
Después de recibirnos Marcela
Lazo, que es la presidenta de esta
Asociación Civil, y que siempre fue
la vocera de la comunidad, nos recibe
su hijo, Maximiliano Cameranesi.
Dos metros de “Maxi”. Bien elegido
el nombre.
Dentro de su mameluco blanco y
de la sala, cuenta cómo es que se hace
uno de los más reconocidos chorizos
de Santiago: “Primero ingresa el
cerdo faenado a la cámara, donde se
conserva en frío. La elaboración comienza
con el desposte, que es separar
la carne del hueso. Nosotros usamos
la carne de la pierna y de la paleta
del cerdo (lo más magro del animal),
pero sin el tocino (una lonja
de grasa entre ambos cortes y que se
vende a un fabricante de mortadela
de la zona). Después se pasa a lo que
nosotros llamamos el cuarteo, que
es cortar la carne en trozos más pequeños
para poder molerlos.
En este
punto se incorpora (en algunos casos)
un 10 o un 15% de carne de vaca
a la máquina moledora”, de manera
que el sabor predominante es el de
la carne de cerdo; la de vaca aporta
color, lo que resulta en una mezcla
más agradable a la vista. “Aquí se
le agregan los condimentos y el vino
(blanco, previamente hervido con
ajo, que se retira antes de su vertido
en la mezcla de carnes), en el caso
del chorizo italiano, del español (o
colorado, que además lleva pimentón)
y de la salchicha parrillera, que
se fabrican con el mismo método; al
criollo se le agrega vinagre.
Ya condimentada, “la mezcla va
a la embutidora -detalla Maxi-, que
es una máquina neumática (trabaja
con aire comprimido), que empuja
la pasta por un pico (antes este proceso
era manual, había que darle a
la manivela). La pasta se embute en
una tripa importada de España, Alemania,
Francia (u otros países europeos,
muy consumidores de la carne
de cerdo). La tripa se compra en madejas
de 90 metros que alcanzan para
embutir entre 70 y 80 kilogramos
de pasta”.
OCHO CANUTOS
Las tripas se llenan y se acomodan en
espirales de “dos, tres y hasta cinco metros
de largo”, luego de lo cual se pasa a la parte
del atado, que “Maxi” domina con notable
maestría, como se puede ver en el video que
acompaña esta nota en la página web. Un
secreto del llenado es que hay que respetar
la forma de la tripa para que no se rompa,
ya que tanto la tripa entera, en un solo
tramo, como separada en canutos, mantiene
una forma arqueada, y si se la fuerza, se
rompe. Ya atada, se forman “rulos” de ocho
canutos cada uno, que pesan alrededor de
un kilogramo, aunque esto depende del diámetro
de la tripa.
El producto terminado se almacena en
cámara frigorífica a dos grados, y ya está
listo para ser llevado a las bocas de expendio.
CóMO SE HACE LA
MORCILLA
Maximiliano: “La morcilla se hace con
el cuero y las cabezas de los cerdos. Se los
hace hervir y cuando ya están bien cocidos,
que se desarma solo, se los muele con cebolla
de verdeo, se le agrega el condimento
y la sangre; con esta pasta se embute la tripa
de vaca, con el mismo proceso de llenado
de los chorizos. Luego lleva un paso más:
esta vez se hace hervir la morcilla, para cocinar
la sangre y el verdeo, entre 30 y 40 minutos
en agua a 80 grados”, para asegurar
la salubridad de la preparación.