La Fiscalía pidió prisión perpetua para Martín Quisbert por el crimen de María Corvalán La Fiscalía pidió prisión perpetua para Martín Quisbert por el crimen de María Corvalán
Tres magistrados tienen en sus manos la suerte final del remisero Martín Coronel Quisbert, para quien la Fiscalía reclamó ayer una condena de prisión perpetua.
Así lo subrayó la fiscal Marta Elena Ovejero, al atribuirle la responsabilidad del asesinato de María del Valle Corvalán, a quien ultimó con una llave francesa el 13 de julio del 2015 en calle Antenor álvarez casi República del Líbano.
En vibrantes alegatos, Ovejero manifestó que víctima y victimario eran pareja y convivían en la casa.
Indicó que aquella siesta estalló una discusión, en cuyo transcurso Quisbert quitó la vida de la mujer, madre de 8 menores.
Certeza
Para Ovejero, el sujeto no tuvo respeto ni piedad por la vida de la mujer.
El alegato fue presenciado por familiares de la víctima y muchos amigos.
A criterio de la Fiscalía, la relación de pareja quedó probada y por ello al tribunal sólo le queda condenarlo a perpetua por "homicidio calificado agravado por su condición de pareja y aborto". María estaba embarazada de siete meses.
La defensa
A su turno, las defensoras Cecilia Pinto y Mercedes Ibarra contragolpearon, afirmando que la relación de pareja nunca fue probada en el juicio.
Para Cecilia Pinto, a su cliente le cabe una pena, pero por "homicidio simple", que oscila entre 8 y 25 años de prisión.
En su alegato recordó sentencias en esa sintonía y subrayó que el aborto no fue intencional, sino involuntario, ya que Quisbert no quiso matar al bebé.
Juzgó que fue triste descenlace del ataque a su madre aquella jornada.
Encrucijada
De acuerdo con la investigación, María vivía en casa de Quisbert hacía 7 días.
Frente a los hijos de la mujer, el acusado comenzó una discusión que fue de menor a mayor.
Los chicos salieron corriendo a la calle, llorando, pidiendo a la gente que socorriera a su madre. Afuera, la gente no les creía el relato de los cinco nenitos que pugnaban por detener a automovilistas.
Cuando arribaron tres policías, Quisbert les abrió la puerta y los dejó ingresar. En segundos, los funcionarios descubrieron que los chicos no mentían, al contemplar a María tirada en medio de un charco de sangre. La había asesinado apenas diez minutos atrás.
