Tu fe te ha salvado Tu fe te ha salvado
fe que salva, la fe que
sana, la fe que libera.
En los evangelios,
hay muchos textos que hablan de
este tema. Y la fe mueve montañas,
como dicen. Y dicen también
‘si tuvieras fe como un granito de
mostaza’. Cuando creemos de corazón
en su palabra, recibimos esa
gracia de Dios y esa paz.
También en Lucas 17 11-19, están
todos los milagros que Dios ha
hecho: los ciegos recobran vista;
los cojos andan; los leprosos quedan
limpios; los muertos resucitan.
Hay que evitar todo los espectáculos
que Dios no quiere. Cuántas
veces queremos ver cosas extraordinarias.
Jesús vino a traer la salvación,
no le gusta el espectáculo,
por eso habla de la discreción y de
una manera sencilla, para que la
gente no se confunda con magia,
curanderismo y todas esas cosas
que hay.
El encuentro entre la persona
que necesita y la fe del que pide,
es muy importante, y la fe hace
moverse hacia el encuentro con
la persona que es Cristo. Entonces
hay necesidad en el ser humano,
por eso va al encuentro de ese Dios
que nos ama. En muchos casos
hay necesidad de acercar a Cristo,
basta con tocar su manto cuando
hay presencia de dolor. La señora
que perdía sangre quería tocar el
manto de Jesús para curarse.
Hay cristianos, hoy y como
siempre, también en la época de
Jesús, que quieren ver milagros,
lo que es extraordinario, excepcional.
No han comprendido que
la fe es lo que provoca el milagro.
Cuando decimos que el milagro no
cae del cielo, sino que sucede con
la colaboración de la persona que
lo pide, no al revés.
Eso es lo que nos piden a nosotros
hoy, una bendición nada más,
y no es así. La presencia de Dios, el
encuentro con Cristo, nos da la posibilidad
a todos nosotros para que
podamos recibir la gracia de Dios,
es la obra de la gracia de Dios el resultado
de lo que decimos milagro.
También tenemos libertad, no debemos
pensar que Dios nos obliga
a ir, a estar o a movernos al encuentro
con él. Hay libertad, hay
que elegir, hay que ir con confianza.
En muchas de sus curaciones,
Jesús dice siempre “tu fe te ha curado;
tu fe te ha salvado, vete en
paz”. Cristo no quiere quedar únicamente
en la sanación ni tampoco
en la liberación, quiere que
la persona pueda vivir en paz, vivir
con tranquilidad, y reconocer
a través de esas curaciones y sanaciones,
a través de la salvación,
reconocer que Jesús es el Mesías.
Cada milagro de Jesús proclama
que es fuente de vida, de salud, de
esperanza y liberación para todas
las personas. El Señor siempre está
cerca, no está lejos, está con nosotros,
es nuestra alegría, no hay
decepción, no hay preocupación
mayor, hay que ir, nadie nos puede
impedir acercarnos a Cristo. él está
en la puerta y quiere entrar para
darnos a nosotros esa oportunidad.
C
risto Jesús vino para todos,
y en especial para los que sufren.
“Vengan a mí los que están afligidos
y agobiados, y yo los aliviaré”
(Mateo 11-28).
Después de recibir la gracia
de Dios, de ver los frutos de la
obra de esa gracia de Dios, no debemos
quedar sin agradecer; no
hacer como los leprosos que han
recibido la sanación y han olvidado.
Y cuántas veces olvidamos
hoy que Dios ha obrado en nuestro
favor.
Hoy vamos a acercarnos más
a ese Jesús para aliviarnos; para
que nos dé lo que necesitamos,
por nuestras vidas, y no solo para
aumentar nuestra fe, sino para
actuar con fe, para ir a él con fe y
con confianza. El salmo 46 nos da
la oportunidad de ver cómo son las
cosas. Ese salmo nos da la posibilidad
de agradecer y de vivir con
confianza. Dios es nuestro refugio
y fortaleza, el socorro siempre
a mano en momentos de angustia,
por eso, si hay temblor temeremos
o si al fondo del mar caen los montes,
el Señor está con nosotros, es
nuestro baluarte, el Dios de Jacob.
El Señor está con nosotros y siempre
está a nuestro favor, lo que
quiere decir que está para darnos
la fuerza y esa gracia.
El Señor nos ayuda siempre para
que podamos decir “si” y cumplir
su voluntad, como ha hecho
nuestra Madre. Siempre que nosotros
nos acercamos sin prejuicios
o sin dudas o sin preguntas,
realmente Jesús va a sanarme, Jesús
va a liberarme, va a escuchar
mi oración. Cristo nos ayuda a todos
para que en todos lados, en todos
momentos, en todas circunstancias,
en toda situación, no perdamos
la fe.
“Tu fe te ha salvado, vete en
paz”. Amén.