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EL LIBERAL . El Evangelio

Pentecostés: fiesta del Espíritu Santo - Juan 20, 19-23

19/05/2018 22:43 El Evangelio
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Pentecostés: fiesta del Espíritu Santo - Juan 20, 19-23 Pentecostés: fiesta del Espíritu Santo - Juan 20, 19-23

Los judíos celebraban

una fiesta para dar gracias

por las cosechas, 50

días después de la Pascua.

De ahí viene el nombre

de Pentecostés que

significa cincuenta días.

Luego, el sentido de la

celebración cambió por

el de dar gracias por la

Ley (las tablas) entregada

por Dios a Moisés en

el Monte Sinaí en el marco

de la Alianza: el pueblo

se comprometía con Dios

a vivir según sus mandamientos

y Dios a estar

siempre con ellos.

Por lo tanto, en la tradición

judía esta fiesta se

celebraba en el contexto

de la Alianza con Dios

que suponía la liberación

de la esclavitud del pueblo

de Israel.

Jesús prometió enviar

al Espíritu en varias

oportunidades: durante

la última Cena, les dice

a sus apóstoles: “Mi Padre

les dará otro Abogado,

que estará con ustedes

para siempre: el espíritu

de Verdad”. Después

de la Ascensión de Jesús

se encontraban reunidos

los apóstoles con la Madre

de Jesús. Era el día de

la fiesta de Pentecostés.

Repentinamente, se escuchó

un fuerte viento y

pequeñas lenguas de fuego

se posaron sobre cada

uno de ellos. Quedaron

llenos del Espíritu Santo

y comenzaron a hablar en

lenguas desconocidas….

Había gente de todas las

naciones que los escuchaban

hablar en sus propias

lenguas…. Este acontecimiento

inicia el proceso

de evangelización de la

Iglesia, que gracias al Espíritu

comunicará la Buena

Nueva a toda la creación,

sin temores y con un

marcado espíritu de esperanza.

Pentecostés debe

interpretarse juntamente

a la Pascua y la Ascensión,

no es un misterio

aislado sino que está vinculado

a la Resurrección

de Cristo y la consumación

de su Reino.

Con la venida del Espíritu

Santo, la comunidad

de los creyentes, experimenta

un profundo sentido

de comunión, el Espíritu

crea la comunión entre

ellos y con Dios. La experiencia

de amor y fraternidad

entre los discípulos

es fruto del Espíritu

que llena el corazón de

alegría y esperanzas. Por

eso, los discípulos se animan

a salir del encierro,

vencen el temor y se lanzan

a dar testimonio de

la fe por todas partes, sus

palabras son Palabra de

Dios, que promueven la

fe entre pueblos y ciudades,

y el Señor los acompaña

con signos y prodigios

que testifican la llegada

del Reino de Dios.

Conclusión

Pentecostés no es una

fiesta sólo para recordar

un hecho del pasado, sino

para vivirla en el hoy de

nuestra historia, para hacer

“experiencia de comunión

y misión” en la Iglesia

que se orienta hacia la

consumación del Reino.

La razón de ser de la Iglesia

y de su mensaje es la

consumación del Reino de

Jesús en la historia. El Espíritu

no le fue dado para

sí misma, sino para llevar

adelante su misión en

el mundo.

Por eso, quiero recordar

las palabras de Ignacio

Hazim, Patriarca de

Antioquía: “El Espíritu

Santo es, personalmente,

la Novedad en acción en

el mundo; es la presencia

del Dios con nosotros junto

a nuestro espíritu (Rom

8,16). Sin él, Dios queda

lejos, Cristo permanece en

el pasado, el evangelio es

letra muerta, la Iglesia es

una pura organización, la

autoridad es tiranía, la misión

es propaganda, la liturgia

es simple

recuerdo, y la

vida cristiana

es una moral

de esclavos”.

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