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EL LIBERAL . Santiago

Video | La increíble casa que parece navegar en el río

16/06/2018 23:17 Santiago
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Una casa. Un estilo propio, auténtico, único. Integración con el entorno. Respeto por la naturaleza. Un parque con árboles y arbustos autóctonos. Materiales recuperados. Decoración artesanal. Una vivienda.

Un hogar. Un mensaje. Mil detalles y en cada uno, una historia.

La casa Mishqui Huasi, del quichua mishqui, dulce, y huasi, casa/ hogar, por lo que podría interpretarse como casa dulce, dulce casa, dulce hogar, fue construida literalmente sobre una barranca de 5 metros de altura sobre el río Dulce.

La estructura principal tiene forma de un cuarto de esfera (como una naranja que se parte en cuatro gajos iguales y uno de esos gajos se lo apoya en el suelo mirando al río), o una media cúpula, respondiendo al formato del ábside que tienen algunas iglesias católicas (la catedral santiagueña tiene uno). Al frente se extiende una sala rectangular cuyos costados y frente están totalmente cubiertos por una mampara de hierro con vidrios rectangulares de colores, muy antiguos (ayuda de “Paco” Pellicer); y al borde de la barranca misma un balcón al aire libre.

Fue hecha de tal manera que al llegar al predio por un camino vecinal de tierra desde la ruta 211 que va a Los Quiroga, no se ve casi nada de su construcción, porque está dentro de la barranca. Apenas sobresale una pequeña parte del techo.

Y todo el frente o fachada de la vivienda, que tiene un gran balcón apunta perpendicularmente al río, mirando hacia La Banda.

Es una ubicación de ensueño con una, o mejor dicho, varias vistas sublimes: del río, de ambas costas (principalmente de la margen derecha, que es la que queda del otro lado, con su playa y el monte que la circunda totalmente expuestos), del cielo, de los árboles, de las garcitas y muchas especies más de aves autóctonas y migratorias (en épocas más cálidas).

Su dueño y constructor es el Arq. Anselmo José Vezzosi, quien la describe como “un televisor, pero al revés: uno está dentro del TV” y el espectáculo está afuera.

Y tiene razón, porque todas las imágenes están acompañadas por un sonido superior al llamado 3D (que le llega al espectador desde todos los ángulos), el discurrir del agua, el viento entre las ramas y las hojas, graznidos, silbos, susurros lejanos, se conjugan todos en armonías silvestres más allá de toda descripción.

Precisamente, eligió ese lugar porque “era donde había menos plantas”, de manera que no iba a dañar la naturaleza para levantar su refugio de las obligaciones, los ruidos y los apuros mundanales.

El túnel

Si Sábato invita a sumergirnos en un túnel oscuro e indescifrable casi, esta casa propone una experiencia diametralmente opuesta al visitante primerizo.

Valga decir que el único modo de acceder a ella es a través de un túnel. Nada oscuro ni indescifrable hay en él. Es una rampa que desciende a la barranca, hacia el frente de la casa, flanqueada por dos muros que al penetrar en la tierra incorpora un techo con forma de arco de medio punto. Ambos muros han sido personalmente decorados con bajo relieves o relieves hechos con argamasas de cemento blanco y tierra, luego pintados, o pequeños azulejos de colores. Las figuras responden a las culturas originarias de la provincia, de las cuales Vezzosi se manifiesta apasionado, por “conocer y recrearlas, no copiarlas”, dice. Y lo pone en práctica en varios rincones donde incluso hasta tiene su propia interpretación de la “Llorona”.

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