Victoria Ocampo, la gran protagonista de la cultura argentina del siglo XX Victoria Ocampo, la gran protagonista de la cultura argentina del siglo XX
l año de 1890 comenzó con el entusiasmo
propio de las borracheras en sus primeros
tragos. Sin embargo, nadie imaginaba en
el comienzo de ese año que el transcurso
iba a hacer inimaginable la secuencia de hechos políticos,
económicos y sociales que dejarían en el camino
fortunas, vidas y una presidencia, la del cordobés
Miguel Juárez Celman.
Sin embargo, en el hogar formado
por Manuel Ocampo y Ramona Aguirre, toda la
atención estaba puesta en la llegada de la primogénita.
El matrimonio estaba entroncado en familias patricias,
es decir, aquellas con fortuna y con abolengo.
Manuel era nieto de su homónimo que, entre otras varias
tareas, fue el administrador personal de Domingo
Faustino Sarmiento. Y Ramona era descendiente del
cabildante Manuel de Aguirre, que luego como regidor
sería uno de los encargados de la construcción de la Pirámide
de Mayo, el primer monumento patrio levantado
en 1811.
INFANCIA Y FORMACIóN
El 7 de abril de 1890 nace en Buenos Aires, en
la esquina de Viamonte y San Martín, frente al viejo
convento de las Catalinas, Victoria Ramona Rafaela
Ocampo Aguirre, la mayor de seis hermanas, cinco de
las cuales llegaron a la adultez y tres de ellas alcanzaron
una gran notoriedad en la sociedad argentina del
siglo XX.
Angélica, la segunda, se convertirá en una
gran filántropa que dedicó su vida a organizar instituciones
vinculadas al servicio médico, como Fundaleu,
fundación de la que fue creadora y presidente hasta su
retiro a los 87 años; y la menor de todas, Silvina, fue
una prodigiosa escritora, a la que su matrimonio con
Adolfo Bioy Casares la ensombreció en la literatura injustamente.
Hacia el tiempo del nacimiento de Victoria,
sus padres comenzaron a construir un palacio en
las barrancas de San Isidro, que se iba a convertir en la
casa preferida de la niña.
Victoria iba a ser criada en un ambiente liberal,
que adoptaba las formas y los modos de la sociedad
porteña de esos años, que hacían de París el destino
predilecto y de la cultura francesa su inspiración.
Así
fue que Victoria aprendió primero a hablar en francés
y luego lo hizo en castellano. Durante su niñez fue educada,
en su casa, en álgebra, religión, música e historia,
y para su adolescencia había incorporado el italiano
y el inglés a las lenguas que hablaba fluidamente.
Tenía seis años cuando su familia viaja a Europa, y conoce
París, Ginebra, Roma, y participa del jubileo de
la reina Victoria en Londres. Ya por entonces era una
lectora voraz y autodidacta.
Fue de las primeras mujeres
que practicaron tenis en la Argentina y su pasión
por la música de Chopin comienza en su adolescencia.
JUVENTUD, LITERATURA
Y SOCIEDAD
Quizá el rasgo más notable de la personalidad de
Victoria Ocampo es su capacidad para rodearse de los
grandes intelectuales y artistas de la época, y establecer
una relación sin complejos con el mundo a través de
ellos.
Ya su carácter rebelde se había mostrado cuando
decidió fumar en una confitería céntrica de Buenos Aires,
de la que la echaron por ello. Luego fue la primera
mujer argentina en obtener el brevet (así se llamaba al
carné de conductor) y cuando transitaba por las calles
al mando de su auto, era común que la insultaran.
También
fue la primera en lucir un pantalón como vestimenta
de calle, imitando a Lola Mora que lo hacía mientras esculpía
en el Congreso Nacional. Cuando cumple 18 años
vuelve a Europa y al regreso, en 1912, se casa con Luis
Bernardo de Estrada, con quien tendrá un corto matrimonio
cordialmente infeliz.
Se separaran legalmente en
1922. Ya en la luna de miel conoció a un primo de su marido,
mucho mayor que ella, Julián Martínez, de quien dirá:
“En el momento en que lo vi de lejos, su presencia me
invadió... miraba mi boca, como si mi boca fueran mis
ojos... Duró un siglo: un segundo. Nos dimos la mano. La
arquitectura de la cara era de una sorprendente belleza”.
Victoria y Julián mantuvieron una relación de trece años,
sin convivencia, que terminó amablemente.
REVISTA “SUR”, POLíTICA Y FEMINISMO
Sin duda, la creación de la revista “Sur” puede
considerarse como el hecho cultural más importante
de la Argentina en el siglo XX. Salió a la calle el
1 de enero de 1931 y las mejores plumas literarias,
filosóficas, musicales y de toda índole enaltecieron
sus páginas a lo largo de 40 años de la publicación.
El criterio extraordinario en la cultura argentina de
considerar sólo la calidad de los textos, sin aplicar
ningún tipo de censura, convirtió a “Sur” en poco
tiempo en la revista más importante de la historia
sudamericana. Antes de su fundación, el padre de
Victoria le dijo una sola frase: “Te vas a fundir”.
Y
Octavio Paz mucho tiempo después, proclamó: “Sur
no es sólo un revista o una institución: es una tradición
del espíritu... Victoria ha hecho lo que nadie
antes había hecho en América”.
Entre quienes visitaron a Victoria Ocampo en su
casa de San Isidro y quienes escribieron en “Sur” se
cuentan Graham Greene, Aldous Huxley, Rabindranat
Tagore, Virginia Wolff, Gabriela Mistral (con quien
mantuvo una larga correspondencia), Jorge Luis Borges,
Waldo Frank, Walter Gropius y Alberto Prebisch,
Igor Stravinsky, Indira Gandhi, Albert Camus, Teilhard
de Chardin, y José Ortega y Gasset, entre muchísimos
otros.
Fue miembro del directorio del Teatro Colón, en
los inicios de los ’30.
En 1934, en un viaje junto a Eduardo Mallea a
Italia, se entrevista con el primer ministro Benito
Mussolini. Victoria le hace preguntas incisivas sobre
el papel que el fascismo le reserva a la mujer.
El Duce
le contesta que “la primera tarea de la mujer es darle
hijos al Estado”. De allí salió convencida del desastre
que le esperaba a Italia y se convirtió en una militante
antifascista.
Su prédica a favor de los derechos de la mujer
la llevaron a fundar, en 1936, la Unión Argentina de
Mujeres, junto a María Rosa Oliver y Susana Larguía.
Organizó una manifestación de mujeres en la Plaza
Miserere para luchar contra la prostitución.
Habló
allí ante 20.000 asistentes. La UAM bregó por los derechos
políticos de la mujer, la asistencia a la maternidad,
la protección femenina en el trabajo y la formación
educativa para la mujer.
Fue la única latinoamericana en participar de
los juicios de Nüremberg, contra los jerarcas nazis,
invitada por el gobierno británico, que despachó un
avión especial para llevarla a Alemania en 1946.
El 8 de marzo de 1953 fue arrestada mientras
estaba en su casa de Mar del Plata y fue llevada a la
cárcel del Buen Pastor, vecina al templo de San Telmo,
en Buenos Aires. La prisión de Victoria causó un
repudio generalizado en el mundo. Intercedieron por
ella el primer ministro de la India, Nehrú, Gabriela
Mistral, Aldous Huxley, y tras un mes detenida fue
liberada. Sin embargo, la persecución se mantuvo a
través de una vigilancia estricta de sus actividades y
la negativa a otorgarle su pasaporte para viajar al extranjero.
En 1958 fue nombrada presidenta del Fondo Nacional
de las Artes, y ejerció ese cargo hasta que renunció
en 1973 diciendo: “Por desgracia, en arte popularidad
no es invariablemente sinónimo de calidad.
Y sin calidad no hay arte...”.
En 1977 se convirtió en la primera mujer integrante
de la Academia Argentina de Letras y poco
tiempo antes de su muerte publicó su última traducción
de una obra de Paul Claudel.
A lo largo de su vida escribió muchos libros, destacándose
“De Francesca a Beatrice”, “La laguna de
los nenúfares”, “La mujer, sus derechos y sus responsabilidades”,
“Domingos en Hyde Park”, “Testimonios”,
“El viajero y una de sus sombras” y su “Autobiografía”.
MUERTE Y HOMENAJES
Luego de luchar durante años contra un cáncer persistente,
Victoria Ocampo murió en su casa de San Isidro,
donde había disfrutado de la compañía de los gigantes de
la cultura universal del siglo XX, el 27 de abril de 1979. La
ironía del destino fue que en sus últimos tiempos no pudo
hablar y se comunicaba por medio de una pizarra.
Fue sepultada
en el panteón familiar del cementerio de la Recoleta,
donde yace junto a sus bisabuelos, abuelos, padres y
hermanas. En su funeral el escritor ángel Battistessa dijo:
“A veces basta la desaparición de una persona para que
toda una generación quede disminuida”. Jorge Luis Borges,
con quien Victoria había discutido muchas veces, escribió
una necrológica en la que se lee: “Estoy agradecido
personalmente por todo lo que hizo por mí, pero sobre todo,
estoy agradecido como argentino por todo lo que hizo
por la Argentina”.
En vida fue condecorada por Francia, Inglaterra, Estados
Unidos y recibió gran cantidad de premios y distinciones.
El mayor homenaje a Victoria Ocampo es su propio legado.
Su casa dilecta de San Isidro, Villa Ocampo, fue donada
por ella a la Unesco y es el único centro cultural que
sigue los designios de su donante que la institución tiene
en el mundo.
La casa que Alejandro Bustillo construyó, siguiendo
las directivas de Victoria, en el barrio Parque de
Palermo, en Buenos Aires es hoy la sede del Fondo Nacional
de las Artes, y su casona de verano en Mar del Plata,
llamada Villa Victoria es un centro cultural perteneciente
a la Municipalidad de Villa Pueyrredón. Decenas de calles
en ciudades y pueblos del país la recuerdan y las colecciones
de “Sur” en innumerables bibliotecas del mundo, que
siguen siendo consultadas, son el mejor testimonio de la
obra de Victoria Ocampo a favor y en el nombre de la cultura
argentina.