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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 9,1-8.

04/07/2018 22:12 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 9,1-8. Evangelio según San Mateo 9,1-8.

Jesús subió a la barca,

atravesó el lago y regresó a

su ciudad.

Entonces le presentaron

a un paralítico tendido

en una camilla. Al ver la

fe de esos hombres, Jesús

dijo al paralítico: “Ten confianza,

hijo, tus pecados te

son perdonados”.

Algunos escribas pensaron:

“Este hombre blasfema”.

Jesús, leyendo sus pensamientos,

les dijo: “¿Por

qué piensan mal? ¿Qué es

más fácil decir: ‘Tus pecados

te son perdonados’, o

‘Levántate y camina?’

Para que ustedes sepan

que el Hijo del hombre tiene

sobre la tierra el poder de

perdonar los pecados -dijo

al paralítico- levántate, toma

tu camilla y vete a tu casa”.

El se levantó y se fue a

su casa.

Al ver esto, la multitud

quedó atemorizada y glorificaba

a Dios por haber dado

semejante poder a los

hombres.

Comentario

No hay nada como estar

enfermo para valorar la salud.

Ni el tener sed para valorar

el agua... Cuando todo

va bien, damos por supuesto

lo que tenemos. Sólo

cuando hemos pasado por

la necesidad, podemos valorar

lo que se nos regala.

El Evangelio de hoy comienza

con una carencia:

hay un hombre postrado.

Quizá nació así. Quizá llevaba

muchos años. Quizá estaba

tan postrado, que ni

pensaba en la posibilidad

de ponerse en pie. Pero hay

alguien que desea algo diferente

para él. Los primeros

en desearlo son los que tiene

cerca, que le llevan a Jesús.

Y Jesús sabe reconocerlo

(“viendo la fe que tenían...”).

Y también él desea

algo mejor para el que

está postrado: que camine

erguido.

Esa es la salvación que

Jesús viene a traer: liberarnos

del pecado que nos

hace estar postrados, vivir

de lo viejo, centrarnos

en lo nuestro, hacer daño a

otros... El que fue semejante

a nosotros, excepto en el

pecado, nos ofrece el perdón

y nos abre a una vida

nueva, recibida en el bautismo,

que necesita ser actualizada

cada día.

En un mundo donde en

ocasiones se confunden

el bien y el mal, y donde

los intereses del Reino no

siempre son los que prevalecen,

la palabra de Jesús

sigue siendo hoy provocadora:

“Levántate y anda”.

Reconocer lo que hay e impulsar

una nueva situación.

Palabra provocadora y necesaria.

Ayer, hoy y siempre.

“Levántate y anda”. Para

caminar erguidos que no

engreídos-. Para eso nos

ha hecho Dios. Con capacidad

de mirar a los ojos de

los prójimos. Con la posibilidad

de elevar la vista al

horizonte que nos convoca

y al cielo que nos protege,

para descubrir al Dios que

quiere lo mejor de nosotros

y a los prójimos que necesitan

ser llevados ante el

Maestro.

Cristo tuvo razón al tener

en cuenta la fe de los

que le presentaban al enfermo

y no tener en cuenta

la necedad de éste. Por

la fe de otros, el alma del

paralítico sería curada antes

que su cuerpo. “Viendo

la fe que tenían”, dice el

evangelio. Fijaos bien, hermanos,

que Dios no se preocupa

de lo que quieren los

hombres insensatos, que

no espera encontrar fe en

los ignorantes, que no analiza

los necios deseos de un

enfermo. Sino que, por el

contrario, no rechaza ayudar

a la fe de otros. Esta fe

es un regalo de la gracia y

está totalmente de acuerdo

con la voluntad de Dios.

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