Abandonarlo todo para recibirlo todo Abandonarlo todo para recibirlo todo
Jesús convocó a sus
doce discípulos y les dio
el poder de expulsar a
los espíritus impuros y
de curar cualquier enfermedad
o dolencia.
Los nombres de los
doce Apóstoles son: en
primer lugar, Simón,
de sobrenombre Pedro,
y su hermano Andrés;
luego, Santiago, hijo de
Zebedeo, y su hermano
Juan; Felipe y Bartolomé;
Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago, hijo
de Alfeo, y Tadeo; Simón,
el Cananeo, y Judas
Iscariote, el mismo
que lo entregó.
A e s tos Doc e , Je -
sús los envió con las siguientes
instrucciones:
“No vayan a regiones
paganas, ni entren en
ninguna ciudad de los
samaritanos”.
“Vayan, en cambio, a
las ovejas perdidas del
pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen
que el Reino de
los Cielos está cerca”.
Comentario
Hemos recibido más
de lo que hemos dado;
dejamos pequeñas cosas
y encontramos bienes
inmensos.
Cristo devuelve cien
veces más de lo que se
hace por él: “Si quieres
ser perfecto, ves, vende
todo lo que tienes y
da a los pobres el precio
de lo vendido. Después,
ven y sígueme”.
“Si quiere ser perfecto”
-las grandes cosas siempre
las escogemos libremente.
Es por eso que el
apóstol no hace un precepto
de la virginidad
(1C 7), porque Jesús ha
dicho: “¡La observa el
que puede! Es un don
que viene de la misericordia
de Dios” (cf Mt
19,12).
“Si quieres ser perfecto”;
nadie lo impone
a fin de que el sacrificio
sea voluntario y el mérito,
mayor.
Y sin embargo, para
llegar a la perfección
no se trata simplemente
de menospreciar las riquezas
y dar los propios
bienes, de liberarse de
lo que se puede perder o
adquirir en un momento.
Esto es lo que han
hecho los filósofos; un
cristiano debe hacer
más que ellos.
No basta con dejar
los bienes terrestres, es
necesario seguir a Cristo.
Pero ¿qué es seguir a
Cristo? Es renunciar a
todo pecado y adherirse
a todo lo que es virtud.
Cristo es la Sabiduría
eterna, es este tesoro
que se encuentra en un
campo (Mt 13,44), en el
campo de la Santas Escrituras.
Es la perla preciosa
por la cual es preciso
sacrificar a otras
muchas (Mt 13,46). Todavía
más, Cristo es la
santidad, la santidad
sin la cual nadie verá
el rostro de Dios. Cristo
es nuestra redención,
nuestro redentor;
es nuestro rescate (1Tm
2,6).
Cristo lo es todo: así
pues, el que acepte dejarlo
todo por él, todo
lo encontrará en él. éste
podrá decir: “El Señor
es el lote de mi heredad
y mi copa” (sl 15,5)... No
deis solamente vuestro
dinero si queréis seguir
a Cristo.
Daos vosotros mismos
a él; imitad al Hijo
del Hombre que no ha
venido para ser servido,
sino para servir (Mc
10,45).