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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 10,16-23.

12/07/2018 22:57 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 10,16-23. Evangelio según San Mateo 10,16-23.

Jesús dijo a sus apóstoles:

“Yo los envío como a ovejas

en medio de lobos: sean entonces

astutos como serpientes y

sencillos como palomas.

Cuídense de los hombres,

porque los entregarán a los tribunales

y los azotarán en las

sinagogas.

A causa de mí, serán llevados

ante gobernadores y reyes,

para dar testimonio delante

de ellos y de los paganos.

Cuando los entreguen, no

se preocupen de cómo van a

hablar o qué van a decir: lo que

deban decir se les dará a conocer

en ese momento, porque

no serán ustedes los que hablarán,

sino que el Espíritu de

su Padre hablará en ustedes.

El hermano entregará a su

hermano para que sea condenado

a muerte, y el padre a su

hijo; los hijos se rebelarán contra

sus padres y los harán morir.

Ustedes serán odiados por

todos a causa de mi Nombre,

pero aquel que persevere hasta

el fin se salvará.

Cuando los persigan en una

ciudad, huyan a otra, y si los

persiguen en ésta, huyan a una

tercera. Les aseguro que no

acabarán de recorrer las ciudades

de Israel, antes de que

llegue el Hijo del hombre”.

Comentario

Tratar a todos con respeto,

con prudencia y con sencillez

evangélica... Está más en

conformidad con el ejemplo de

Jesús la sencillez más atrayente,

no separada de la prudencia

de los sabios y de los santos a

la que Dios ayuda. La sencillez

puede provocar, no digo desprecio,

pero sí, menor consideración

entre los pedantes.

Poco importa si los pedantes,

de quienes no se debe tener

cuenta alguna, pueden infligir

alguna humillación de juicio

y de trato: todo se transformará

en daño y en confusión

para ellos. El “simple, recto y el

que teme a Dios” es siempre el

más digno y el más fuerte. Naturalmente,

sostenido siempre

por una prudencia sabia y pura.

El que es sencillo no se

avergüenza de confesar el

Evangelio, también entre los

hombres que no lo aprecian

sino como una debilidad y una

puerilidad, y confesarlo en todas

sus partes, y en todas las

ocasiones y ante la presencia

de todos; no se deja engañar

o perjudicar por el prójimo, ni

pierde la serenidad de su alma

por cualquier actitud que los

otros tengan con él.

Es prudente quien sabe callar

una parte de la verdad que

sería inoportuno manifestar y

que callada no daña la parte de

verdad que dice, falsificándola;

quien sabe llegar a los buenos

fines que se propone, eligiendo

los medios más eficaces de la

voluntad y de la acción...; quien

en todos los asuntos distingue

la substancia y no se deja trabar

por los accidentes...; quien

en la base de todo esto espera

el buen éxito sólo en Dios...

La sencillez no tiene nada

que contradiga a la prudencia,

o viceversa. La sencillez es

amor, la prudencia es pensamiento.

El amor reza; la inteligencia

vigila. “Vigilad y orad”

(Mt 26,41). Conciliación perfecta.

El amor es como la paloma

que gime; la inteligencia activa

es como la serpiente que no

cae nunca en la tierra ni choca,

porque va palpando con su cabeza

todas las desigualdades

de su camino.

Se impone un ejercicio de

confianza. Los que se encuentran

con Dios personalmente,

pueden dar testimonio de

la tranquilidad, la paz interior,

la confianza que produce el saberse

en sus manos. La fe, la

Esperanza (con mayúscula),

no evita los problemas, las preocupaciones,

ni nos proporciona

soluciones eficaces (mágicas)

a los conflictos de cada

día. Pero sí nos da la serenidad

suficiente para abordar las dificultades

con otro talante; para

saber que, al final, está Dios,

y que él no nos deja solos.

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