"Convertirse y volverse al Señor" "Convertirse y volverse al Señor"
Jesús comenzó a recriminar
a aquellas ciudades
donde había realizado
más milagros, porque
no se habían convertido.
“¡Ay de ti, Corozaín!
¡Ay de ti, Betsaida! Porque
si los milagros realizados
entre ustedes se
hubieran hecho en Tiro
y en Sidón, hace tiempo
que se habrían convertido,
poniéndose cilicio y
cubriéndose con ceniza.
Yo les aseguro que, en
el día del Juicio, Tiro y Sidón
serán tratadas menos
rigurosamente que
ustedes.
Y t ú , C a f a r n a ú n ,
¿ acaso crees que serás
elevada hasta el cielo?
No, serás precipitada
hasta el infierno.
Porque si los milagros
realizados en ti se hubieran
hecho en Sodoma,
esa ciudad aún existiría.
Yo les aseguro que, en
el día del Juicio, la tierra
de Sodoma será tratada
menos rigurosamente
que tú”.
Comentario
Las alianzas con otros
pueblos y el desprecio de
la voluntad de Dios eran
los distintivos del pueblo
de Israel en tiempos del
profeta Isaías.
En la lectura de este
día se narra cómo el profeta
sale al encuentro del
rey de Judá, Ajaz.
Le recuerda que l a
subsistencia de la dinastía
real no dependerá de
las alianzas militares con
potencias extranjeras.
El futuro de Judá y su
monarquía depende únicamente
de la fe en la
Promesa de Dios: “Si no
os afirmáis en mí no seréis
firmes”.
Sólo la confianza absoluta
es garantía de salvación.
Por eso, hay que
excluir el buscar apoyo
de las potencias extranjeras,
es decir, en los falsos
dioses.
Nada hay que temer
por muy evidentes que
sean las pruebas de superioridad
de los otros,
cuando confiamos del todo
en Dios.
Así lo proclama el salmista
alabando la protección
de Dios para con su
pueblo.
Siglos después, Jesús
recordó a sus contemporáneos
estas acciones de
la historia de su pueblo y
les hizo ver que ellos formaban
parte de una generación
incrédula: no
creyeron en Dios porque
no le reconocieron a él
como Mesías, ni descubrieron
el significado de
los signo que él realizó en
algunas ciudades de Galilea
-lugar y espacio en
donde Jesús realizó su
misión-.
Jesús nos llama a hacer
memoria del paso de
Dios por nuestra vida, a
reconocer su acción salvadora
sobre nosotros y
a confiar en su fuerza liberadora
a pesar de todos
los signos contrarios
a ello que se interpongan
en nuestro camino.
Por ello si queremos
seguir en el camino de
Jesús necesitamos analizar
nuestra fe a la luz
de su Palabra, de su vida,
de sus obras, de sus
gestos... y comprobar si
es imaginación o es pura
experiencia de Dios,
el acontecer diario de
nuestra existencia.
Por eso no podemos
dejar de preguntarnos
día a día: ¿Vivo cerrado a
los signos que revelan Su
presencia?