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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 11,25-27.

17/07/2018 21:54 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 11,25-27. Evangelio según San Mateo 11,25-27.

Jesús dijo:

“Te alabo, Padre, Señor

del cielo y de la tierra, por haber

ocultado estas cosas a

los sabios y a los prudentes

y haberlas revelado a los pequeños.

Sí, Padre, porque así lo

has querido.

Todo me ha sido dado por

mi Padre, y nadie conoce al

Hijo sino el Padre, así como

nadie conoce al Padre sino el

Hijo y aquel a quien el Hijo se

lo quiera revelar”.

Comentario

¡Es tan agradable a Dios la

simplicidad! Sabéis que la Escritura

dice que su delicia es

conversar con los humildes,

los sencillos de corazón, que

van de buena y simple manera:

“Ha hecho a los hombres

rectos sus familiares”

(Pr 3,32).

¿Quer éi s encont rar a

Dios? él habla con los sencillos.

¡Oh, Salvador mío!

¡Oh hermanos míos que sentís

el deseo de ser sencillos,

que dicha! ¡qué dicha! ánimo,

puesto que tenéis en vosotros

esta promesa: que el deseo

de Dios es estar con los

hombres sencillos.

Otra cosa que nos recomienda

maravillosamente la

sencillez, son estas palabras

del Señor: “Te bendigo, Padre,

porque has escondido

estas cosas a los sabios e inteligentes

y las has revelado

a los sencillos”.

Reconozco, Padre, y os

lo agradezco, que la doctrina

que he aprendido de vuestra

divina Majestad y que doy

a conocer a los hombres, sólo

la conocen los sencillos, y

permitís que no la oigan los

prudentes según el mundo;

les habéis escondido, si no

las palabras, sí al menos el

espíritu.

¡Oh Salvador y Dios mío!

Esto nos debe asustar. Nosotros

corremos tras la ciencia

como si toda nuestra dicha

dependiera de ella. ¡Desdichados

de nosotros si no la

tenemos! Es preciso tenerla,

pero con mesura; es preciso

estudiar, pero sobriamente.

Otros simulan entender

en negocios, pasar por gente

que conoce los negocios

de fuera.

Es a estos tales que Dios

quita la penetración de las

verdades cristianas: a los sabios

y entendidos del mundo.

Pues ¿a quién la da? Al pueblo

sencillo, a la buena gente...

Señores, la verdadera

religión se encuentra entre

los pobres.

Dios los enriquece con una

fe viva; creen, tocan, saborean

las palabras de vida... Por

lo ordinario conservan la paz

en medio de las penas y tribulaciones.

¿Cuál es la causa de

esto? La fe. ¿Por qué? Porque

son sencillos Dios hace que en

ellos abunden las gracias que

rechaza dar a los ricos y sabios

según el mundo.

Jesús da gracias al Padre

y lo alaba porque ha revelado

su Misterio porque nos ama.

“El misterio de la fe” que proclamamos

en cada Eucaristía

supera toda lógica: es revelado

no a los sabios y entendidos,

sino a los sencillos.

La Revelación tiene que

ver con el corazón abierto,

con el corazón que no pone

en tela de juicio cada signo de

la bondad de Dios, cada semilla

de belleza que derrama

en nuestro mundo, cada huella

de su dolor encarnado en

el dolor de tantos hombres y

mujeres que sufren de cualquier

manera y por diferentes

causas.

Pidámosle al Espíritu de

Sabiduría que nos haga dóciles

como niños para sorprendernos

siempre ante los

insondables caminos por los

que penetra. ?

Lo que debes saber
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