Evangelio según San Mateo 11,28-30. Evangelio según San Mateo 11,28-30.
“Vengan a mí todos los que
están afligidos y agobiados, y
yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi
yugo y aprendan de mí, porque
soy paciente y humilde de
corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave
y mi carga liviana”.
Comentario
“Ayúdense mutuamente a
llevar sus cargas, y cumplirán
así la ley de Cristo”. El pecado
es una carga, como lo atestigua
el salmista cuando dice:
“Mis pecados pesan sobre mí
como una carga pesada”. El
Salvador se encargó de esa
carga por nosotros, enseñándonos
de este modo por su
ejemplo lo que debemos hacer
nosotros mismos.
Pues el mismo carga el peso
de nuestros pecados, él
sufre por nosotros (Is 53:4),
e invita a los que están agobiados
bajo el fuerte peso de
la ley y de sus pecados a cargar
el peso ligero de la virtud
cuando dice: “Mi yugo es
suave y mi carga ligera” (Mt
11:30).
Aquél que no se desespera
por la salvación de su hermano,
tiende la mano a aquél
que implora su apoyo, llora
con el que llora, es débil con
los débiles, y mira los pecados
del otro como los suyos propios,
ése cumple por la caridad
la ley de Cristo. ¿Cuál es
esa ley de Cristo? “El mandamiento
que les doy es que se
amen los unos a los otros” (Jn
13:34). ¿Cómo el Hijo de Dios
nos amó? “Nadie tiene mayor
amor que el que da su vida por
sus amigos” (Jn 15:13).
Aquél que no es clemente,
que no se revistió de las entrañas
de la misericordia y de
las lágrimas, por muy elevado
que sea en espiritualidad, no
cumple la ley de Cristo.
Aquél que viene a socorrer
al pobre agobiado bajo
el peso de la indigencia y se
hace amigo del dinero injusto
(Lc 16:9), ése carga con
las necesidades de su hermano.
Es a él que Jesús dirá
después de la resurrección
general: “Vengan, benditos
de mi Padre, reciban
la herencia del Reino preparado
para ustedes desde la
creación del mundo. Porque
tuve hambre y me dieron de
comer, tuve sed y me dieron
de beber” (Mt 25:34-35).
En este momento de nuestra
vida, ¿qué significa cargar
con el yugo de Jesús?
¿Qué responsabilidad tenemos
respecto de los yugos
de nuestros hermanos? ¿Somos
conscientes de la fuerza
del amor para flexibilizar y
serenar las situaciones de estrés?
Que el Espíritu Pacificador
serene nuestras vidas y
nos capacite para serenar las
de nuestros hermanos más
intranquilos, más cansados,
más tristes.
C o m o d i j o G a n d h i :
“¡Hombre! no pierdas la fe,
no descanses. El mundo se
oscurecerá y tú verterás luz
sobre él y disiparás las tinieblas...
¡Hombre! no descanses;
procura descanso a
los demás”.