El señor del sábado El señor del sábado
Jesús atravesaba unos
sembrados y era un día sábado.
Como sus discípulos sintieron
hambre, comenzaron a
arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron:
“Mira que tus discípulos
hacen lo que no está permitido
en sábado”.
Pero él les respondió: “¿No
han leído lo que hizo David,
cuando él y sus compañeros
tuvieron hambre, cómo entró
en la Casa de Dios y comieron
los panes de la ofrenda, que no
les estaba permitido comer ni
a él ni a sus compañeros, sino
solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la
Ley, que los sacerdotes, en el
Templo, violan el descanso del
sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí
hay alguien más grande que el
Templo.
Si hubieran comprendido lo
que significa: Yo quiero misericordia
y no sacrificios, no condenarían
a los inocentes.
Porque el Hijo del hombre
es dueño del sábado”.
Comentario
El pasaje de la enfermedad
grave del buen rey Ezequias
nos sitúa ante un acontecimiento
muy personal, con
tremendas repercusiones en
la vida del pueblo. Ezequias fue
un rey piadoso que había vivido
siempre de cara al Señor.
Cayó imprevisiblemente enfermo,
pero su fe le lanzó a suplicar
¡un poco más de salud!
Mantuvo un precioso diálogo
con su Dios. El Dios omnipotente
es, a su vez, sumamente
cercano: Yahvé se compadeció
de Ezequias y reconoció de
este modo su vida justa. Escuchó
a quien siempre había vivido
en alianza. Hay una preciosa
bilateralidad entre Ezequias
y Yahweh.
Ezequias representa al
pueblo. Por eso, su curación
tendrá repercusión en la vida
del pueblo y la ciudad de
Jerusalén. ésta es protegida
de las manos de los invasores.
Y es que reconocer
la cercanía de Dios en la vida
personal es experimentar
cómo irradia a nuestro alrededor,
en nuestras relaciones
personales, pero también
institucionales.
Las palabras del salmista
despiertan en nuestro corazón
la belleza del sentimiento humano.
Hablar con Dios es apasionarnos
y manifestarle con
toda la fuerza de nuestro interior
qué experimentamos en
cada acontecimiento.
Hoy damos un salto no sólo
en el tiempo, no sólo teológico.
Hoy el salto también es temático.
No sabemos por qué,
pero la liturgia de este día nos
presenta el asunto del sábado,
tan importante para el pueblo
judío.
El precepto de guardar el
sábado fue establecido en recuerdo
de la liberación de Egipto
y como anticipo del descanso
al final de los tiempos. Pero
a partir del exilio de Babilonia
se constituyó en una ley
férrea, que en lugar de servir
al ser humano, lo esclavizaba.
En estas circunstancias, Jesús
proclama que ninguna ley
puede anteponerse a la práctica
de la misericordia. La importancia
que en este gesto se
descubre, no es sólo estar por
encima de la ley en aquello de
relevancia ética y que por tanto
humaniza, sino la naturalidad
con la que Jesús lo vive y lo
transmite. No hace una apología
de la anarquía, sino que con
toda carga de lógica y sentido
común se pone en la piel de lo
que es, un hombre con capacidad
de razón, con inteligencia,
con anchura de corazón y con
una libertad que supera toda
norma.