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EL LIBERAL . El Evangelio

El señor del sábado

19/07/2018 22:03 El Evangelio
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El señor del sábado El señor del sábado

Jesús atravesaba unos

sembrados y era un día sábado.

Como sus discípulos sintieron

hambre, comenzaron a

arrancar y a comer las espigas.

Al ver esto, los fariseos le dijeron:

“Mira que tus discípulos

hacen lo que no está permitido

en sábado”.

Pero él les respondió: “¿No

han leído lo que hizo David,

cuando él y sus compañeros

tuvieron hambre, cómo entró

en la Casa de Dios y comieron

los panes de la ofrenda, que no

les estaba permitido comer ni

a él ni a sus compañeros, sino

solamente a los sacerdotes?

¿Y no han leído también en la

Ley, que los sacerdotes, en el

Templo, violan el descanso del

sábado, sin incurrir en falta?

Ahora bien, yo les digo que aquí

hay alguien más grande que el

Templo.

Si hubieran comprendido lo

que significa: Yo quiero misericordia

y no sacrificios, no condenarían

a los inocentes.

Porque el Hijo del hombre

es dueño del sábado”.

Comentario

El pasaje de la enfermedad

grave del buen rey Ezequias

nos sitúa ante un acontecimiento

muy personal, con

tremendas repercusiones en

la vida del pueblo. Ezequias fue

un rey piadoso que había vivido

siempre de cara al Señor.

Cayó imprevisiblemente enfermo,

pero su fe le lanzó a suplicar

¡un poco más de salud!

Mantuvo un precioso diálogo

con su Dios. El Dios omnipotente

es, a su vez, sumamente

cercano: Yahvé se compadeció

de Ezequias y reconoció de

este modo su vida justa. Escuchó

a quien siempre había vivido

en alianza. Hay una preciosa

bilateralidad entre Ezequias

y Yahweh.

Ezequias representa al

pueblo. Por eso, su curación

tendrá repercusión en la vida

del pueblo y la ciudad de

Jerusalén. ésta es protegida

de las manos de los invasores.

Y es que reconocer

la cercanía de Dios en la vida

personal es experimentar

cómo irradia a nuestro alrededor,

en nuestras relaciones

personales, pero también

institucionales.

Las palabras del salmista

despiertan en nuestro corazón

la belleza del sentimiento humano.

Hablar con Dios es apasionarnos

y manifestarle con

toda la fuerza de nuestro interior

qué experimentamos en

cada acontecimiento.

Hoy damos un salto no sólo

en el tiempo, no sólo teológico.

Hoy el salto también es temático.

No sabemos por qué,

pero la liturgia de este día nos

presenta el asunto del sábado,

tan importante para el pueblo

judío.

El precepto de guardar el

sábado fue establecido en recuerdo

de la liberación de Egipto

y como anticipo del descanso

al final de los tiempos. Pero

a partir del exilio de Babilonia

se constituyó en una ley

férrea, que en lugar de servir

al ser humano, lo esclavizaba.

En estas circunstancias, Jesús

proclama que ninguna ley

puede anteponerse a la práctica

de la misericordia. La importancia

que en este gesto se

descubre, no es sólo estar por

encima de la ley en aquello de

relevancia ética y que por tanto

humaniza, sino la naturalidad

con la que Jesús lo vive y lo

transmite. No hace una apología

de la anarquía, sino que con

toda carga de lógica y sentido

común se pone en la piel de lo

que es, un hombre con capacidad

de razón, con inteligencia,

con anchura de corazón y con

una libertad que supera toda

norma.

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