Evangelio según San Mateo 12,46-50. Evangelio según San Mateo 12,46-50.
a la multitud, cuando
su madre y sus hermanos,
que estaban afuera, trataban
de hablar con él.
Alguien le dijo: “Tu madre
y tus hermanos están
ahí afuera y quieren hablarte”.
Jesús le respondió:
“¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos?”.
Y señalando con la mano
a sus discípulos, agregó:
“Estos son mi madre y
mis hermanos.
Porque todo el que hace
la voluntad de mi Padre
que está en el cielo, ese es
mi hermano, mi hermana y
mi madre”.
Comentario
Los creyentes descubrimos
en los profetas a
personas capaces de leer
los acontecimientos históricos
con los ojos de Dios.
Ellos miran el mundo,
ponen nombre a cada cosa,
se fijan en lo grandioso
y especialmente en lo
que pasa desapercibido,
denuncian injusticias concretas,
defienden al débil...
y al final, abren la
puerta a la esperanza, con
una fe ciega en que el mal
no tiene la última palabra
en nuestra historia.
En medio de la injusticia
mayor sienten que no
están solos, que Dios sigue
acompañando al mundo,
empeñado en que su
proyecto siga adelante. De
esto último nos habla hoy
Miqueas, cuando hace su
confesión de fe: ¿Qué Dios
hay como tú, que se complace
en ser bueno?
La sociedad y las comunidades
cristianas necesitan
seguir oyendo este
mensaje y convencerse
de que éste es nuestro
Dios. Muchas veces, al hablar
de la fe cristiana, se
han cargado las tintas en
los preceptos.
Se ha predicado mucho
más lo que no hay que hacer
que lo que estamos llamados
a hacer; ¡y mira que
hay tema para hablar! De
este modo se ha hecho de
la fe cristiana un cajón cerrado
de cumplimientos.
Justo lo contrario a lo que
es nuestro Dios: bondad,
misericordia, amor.
Vivir para cumplir la
norma nos hace dudar de
todo lo que hacemos (¿estaré
haciendo bien?, ¿es
esto lo correcto?) y al final
nos paraliza. Vivir desde el
amor abre horizontes: invita
a buscar soluciones
a los problemas, porque
quien ama cree en las personas
y no guarda rencor.
Vivir desde el amor invita
a entregarse sin medida
porque el amor no lleva
cuentas; invita a caminar,
=a crecer, a llevar a plenitud
el proyecto del Padre.
En el Evangelio de hoy
encontramos una llamada
a vivir desde ese Amor: El
que cumple la voluntad de
mi Padre, ése es mi hermano,
mi hermana y mi
madre.
¿Cuál fue la reacción
de los familiares de Jesús
al escuchar estas palabras
tan rotundas? Nos
las tendremos que imaginar
porque ninguno de
los tres evangelistas nos
la cuentan. La que sí podemos
percibir es nuestra
reacción: al escuchar
estas palabras de Jesús,
¿nos sentimos verdaderamente
sus hermanos?,
¿podemos decir que vivimos
cumpliendo la voluntad
del Padre?