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EL LIBERAL . El Evangelio

Santo evangelio según san Mateo (13,36- 43)

30/07/2018 22:42 El Evangelio
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Santo evangelio según san Mateo (13,36- 43) Santo evangelio según san Mateo (13,36- 43)

En aquel tiempo, Jesús

dejó a la gente y se fue a

casa. Los discípulos se acercaron

a decirle: “Acláranos

la parábola de la cizaña en el

campo”.

él les contestó: “El que

siembra la buena semilla es

el Hijo del Hombre; el campo

es el mundo; la buena semilla

son los ciudadanos del Reino;

la cizaña son los partidarios

del Maligno; el enemigo que la

siembra es el diablo; la cosecha

es el fin del tiempo, y los

segadores, los ángeles. Lo

mismo que se arranca la cizaña

y se quema: así será el fin

del tiempo: el Hijo del Hombre

enviará a sus ángeles y

arrancarán de su Reino a todos

los corruptores y malvados

y los arrojarán al horno

encendido; allí será el llanto y

el rechinar de dientes.

Entonces los justos brillarán

como el sol en el Reino de

su Padre. El que tenga oídos,

que oiga”.

Comentario

Mío es el juicio -dice el

Señor-.

Es un mensaje que libera:

te exime de la imposible tarea

de meterte a juez definitivo

de la gente.

Es un mensaje que está

en su sitio: solo Dios escruta

las conciencias. Tú, sin duda,

harás tus apreciaciones

sobre las personas, valorarás

conductas, te mostrarás

conforme o contrario a leyes

humanas; pero el juicio definitivo

sobre la realidad moral

y teologal del otro es competencia

de Dios.

Albert Camus escribió en

La caída un texto que J. Ratzinger

citaba en su libro Fe y

futuro.

Decía un personaje a su

interlocutor: “Créame, las religiones

se equivocan a partir

del momento en que hacen

moral y fulminan con mandamientos.

No se necesita a

Dios para crear culpables y

castigar.

N u e s t r o s s e m e j a n t e s

bastan, ayudados por nosotros

mismos. Usted ha hablado

del Juicio Final.

Permítame que me ría

respetuosamente. Le estaba

esperando a pie firme: he conocido

algo mucho peor, que

es el juicio de los hombres.

[...] ¿Y entonces?

Entonces la única utilidad

de Dios sería garantizar

la inocencia y yo más bien vería

a la religión como una gigantesca

empresa de lavandería,

algo que por otra parte

ya fue brevemente, durante

solo tres años, y no se llamaba

religión”.

Y añadía Ratzinger: “La

fe en el futuro, de la que hablamos

al afirmar que la fe de

Abrahán es perfeccionada en

Jesús, solo es promesa, solo

es esperanza, solo es realmente

ofrecimiento de futuro

porque simultáneamente promete

la tierra del perdón”.

La Iglesia no es aquí y

ahora una Iglesia de los puros

e impecables.

Es una Iglesia de pecadores

en que cada uno estamos

llamados a llevar la carga del

hermano, si bien, para brillar

como el sol del futuro Reino

de Dios, hemos de ser luz

ahora y aquí, y Jesús nos espolea

a que secundemos las

llamadas que nos dirige en su

evangelio, en particular en su

discurso del monte.

Podemos, pues, juntar,

estos dos mensajes: uno, el

de no juzgar, y aceptar pertenecer

a una Iglesia que no es

la de los sin pecado; dos, responder

nosotros a la llamada

del Señor a ser justos.

Así, teniendo para los demás

entrañas de misericordia

y con nosotros un corazón

no complaciente ni autosatisfecho,

nos reiremos del

juicio.

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